Cataluña

El embrollo catalán

    Juan Carlos Giménez Salinas, Abogado


    En apariencia el mensaje de nuestros políticos en Cataluña es bien simple, independencia si o independencia no. La realidad es muy distinta ya que se habla de independencia pero unidos a España, de federalismo igualitario o a la carta, de confederación, de pacto fiscal o bien de independencia total.

    Según el día, el entorno de su audiencia, el lugar desde donde predican o del medio que les escucha, hablan de lo mismo con matices tan diversos que el ciudadano en realidad no sabe dónde se encuentra.

    Sí que podemos afirmar que nos encontramos en un autentico atolladero ya que los catalanes, unidos por un mismo sentimiento desean en mayor o menor medida más capacidad de decisión y mayor control sobre sus cuentas, en esto estamos todos de acuerdo, pero como siempre lo importante está en los matices, en la letra pequeña. Qué obligaciones contraeremos, quién pagará nuestra deuda, de qué modo se financiará el nuevo estado, cómo sufragaremos nuestras obligaciones por hallarnos insertos en Europa y poseer el euro como moneda. Todo ello y muchas cosas más quedan en el aire y nadie puede o quiere concretalas .

    Sinceramente creo que nadie las concreta porque su enjundia es de tal calibre que solo de pensarlo nos entra y les entra -a los políticos- el mareo.

    Pienso que nuestros están jugando con nuestros sentimientos y además los avivan, conocen el pensar de los ciudadanos y que la gran mayoría desea una mayor autonomía para conducirnos por caminos muy peligrosos que ni ellos mismos saben hacia donde nos llevan. La estructuración política y jurídica de un pueblo y sobre todo el hecho de que una minoría de un determinado país como es España decida iniciar un camino por su cuenta es un tema muy delicado que debe abordarse con la cabeza fría ya que todos los flecos que conlleva esta decisión deben estudiarse en profundidad y no dejarse llevar por la pasión que solamente nos puede llevar al desastre.

    Por ello a nuestros políticos se les debe exigir responsabilidad en sus parlamentos y deben ser conscientes que con sus palabras muchas veces irresponsables, partidistas y egoístas, pueden avivar sentimientos de la población que inicien caminos sin retorno. El político se va, al político lo echan, pero aquella población se queda, permanece y debe convivir durante muchas generaciones con las decisiones tomadas en un momento dado.

    Por ello es tan importante que la ciudadanía se halle informada con todo detalle de lo que conlleva cualquier decisión transcendental para ella y para las generaciones futuras y siempre esta responsabilidad recaerá sobre los políticos y serán ellos quienes carguen con la memoria histórica de su saber o no hacer en un momento dado.