La petroquímica pierde competitividad por el alza de los precios energéticos
El incremento de los precios energéticos, tanto del crudo como de la electricidad, se ha convertido en el talón de Aquiles de un sector que sufre la caída del consumo interno y que es básico para la recuperación económica.
Los países con una mayor densidad empresarial y un fuerte peso del sector industrial en el PIB amortiguan mejor las crisis y salen de ellas con más rapidez y fuerza. Tal es el caso de Alemania, donde esta actividad representa casi una cuarta parte de toda la riqueza nacional, o el conjunto de la UE, donde supone un quinto del PIB comunitario. En España representa menos del 15 por ciento.
De ahí que la salud de la industria, y en especial de la gran industria agrupada en los grandes polos petroquímicos españoles, pueda describirse sin exagerarlo como un asunto de Estado. Las consultas realizadas por elEconomista entre directivos y asociaciones patronales de este tipo de agrupaciones industriales muestran una preocupación generalizada por el incremento constante de los costes energéticos que ya empieza a tener algunos efectos adversos visibles. Según estimaciones de Aege -la asociación de grandes empresas industriales consumidoras intensivas de electricidad-, el precio ha crecido de media más de un 50 por ciento desde final de 2006 hasta el cierre de 2011. Por su parte, el precio del crudo Brent de referencia en Europa prácticamente se ha duplicado en idéntico periodo, pasando de 65 dólares hace un lustro a los 118 a los que cotizaba el pasado viernes.
El sector industrial, que absorbe el 40 por ciento de todo el consumo de electricidad en España, se encuentra además con un mercado cautivo a la hora de aprovisionarse de este input básico para su funcionamiento que supone, de media, en torno a un tercio de los costes fijos de funcionamiento. Mientras que otros inputs pueden negociarse en los mercados internacionales, la energía eléctrica sólo puede comprarse en España. En el caso del petróleo, y pese a los contratos a largo plazo, su subida constante acaba trasladándose a la rentabilidad de las refinerías más tarde o más temprano.
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