Cataluña

El futuro financiero



    Me pregunto si con la política financiera puesta en boga a nivel mundial y especialmente en Europa y ahora en España que estimula la creación de grandes bancos a través de fusiones y absorciones, no nos hallamos en el inicio de la generación de enormes monstruos difíciles de controlar por parte de gobiernos pequeños comparados con su tamaño.

    En España, contrariamente a lo ocurrido en otros países, nuestros gobiernos, tanto el anterior como el actual, no han dejado quebrar a ninguna entidad financiera, método que sanea la economía de los países. Supongo que ha sido así porque las grandes entidades quebradas eran y son las cajas de ahorros dominadas por los políticos autonómicos. Al no dejar caer a los bancos y cajas enfermos y obligar a los medio sanos a absorberlos, ha debilitado todo el sistema financiero, creando nuevas entidades medio sanas y algunas muy enfermas.

    Con esta política proteccionista e intervencionista retrasaremos nuestros males durante largo tiempo y una vez superada esta fase existirán en nuestro país pocas entidades financieras de gran tamaño, expandidas por el mundo y muy poderosas. Me pregunto si es el mejor sistema para que nuestra sociedad pueda tener los mejores servicios bancarios y el crédito más equilibrado y a mejor precio.

    Siempre me han inquietado las grandes empresas multinacionales que imponen sus normas cuando aterrizan en un país y pretenden beneficios especiales ajenos a las normas que imperan en aquel territorio para sus ciudadanos.

    Si queremos tener empresas fuertes debemos tener gobiernos fuertes para que aquellas no les dominen.

    Quizá y si no hubiéramos tenido políticos tan poco experimentados, hubiéramos dejado caer a varias cajas de ahorros y algún banco y de este modo no nos hubiera costado tanto tiempo y dinero sanear económicamente nuestro país. El dinero lo podíamos haber empleado en cubrir el dinero de los cuentacorrentistas de aquellos bancos y cajas quebrados y solamente hubieran perdido su dinero los accionistas y los ejecutivos y consejeros.

    Ahora estamos salvando a todos y tanto el estado como todo el sistema está soportando toda la carga financiera proveniente de la mala gestión de aquellos ejecutivos que estamos ayudando a sobrevivir, mejor diría ayudando a seguir ingresando mucho dinero a través de sueldos inmerecidos. De este modo la sociedad se hubiera dado realmente cuenta quien era el real responsable. Hoy esta responsabilidad queda encubierta bajo el paraguas del proteccionismo estatal y todos nosotros debemos apoyar con nuestros impuestos a unas empresas enfermas y a unos ejecutivos culpables de no haber previsto esta situación.

    Hasta hoy y ante una enorme crisis financiera, ninguna entidad, ni ningún ejecutivo de aquella, ni ningún accionista, han perdido nada porque les estamos pagando todos nosotros los errores que cometieron. Este norme coste económico que conlleva una inmensa merma de recursos extraídos de la inversión y del consumo tendría una razón de ser si estuviera justificado, pero solamente ha servido para aparentar una sanidad financiera en la que nadie cree y un aparente relajo político que le ha costado el poder al gobierno anterior. Hemos estado alargando el proceso de saneamiento desde el gobierno y no se ve el final a corto plazo.

    Si queremos salir del marasmo en el que nos encontramos, la reforma debe ser más radical y más rápida, dejar caer entidades inviables salvando únicamente a sus cuentacorrentistas. Si queremos salvar entidades muertas podemos morirnos todos. Y si alguna se salva después de haber absorbido a las enfermas o moribundas, pasará factura al gobierno de turno acrecentando su poder frente al ciudadano y frente al Estado.

    Artículo aportadado por Xavier Sedó, miembro del Consejo Editorial de elEconomista en Cataluña.