Un nuevo estilo en la Cámara de Valladolid
Aires de cambio en la Cámara de Comercio e Industria de Valladolid. El relevo de José Rolando Álvarez por Carlos Villar no parece que sea simplemente un cambio de titularidad en la presidencia de la institución, sino el comienzo de una nueva etapa.
Quienes pensaban que el también director general de Protos llegaba al cargo como un hombre de paja de su antecesor o un apaño para cubrir el hueco dejado por Álvarez hasta las nuevas elecciones camerales, se han equivocado.
El perfil de Carlos Villar, con un largo ascendente familiar en el mundo empresarial, es más técnico que político. Su brillante trayectoria en la bodega de Ribera de Duero deja clara su capacidad de gestión. También su carácter apunta en la misma dirección.
Él mismo dejó claro en su primera comparencia pública que es más amigo de los resultados que de los grandes titulares. Y fue a una pregunta sobre su posición ante la proliferación de aeropuertos donde demostró que no quiere polémicas que distraigan la atención de su verdadero cometido: hacer de la Cámara un instrumento útil para los empresarios.
Tenía fácil contestar que lo lógico es que se diese prioridad al aeropuerto vallisoletano de Villanubla pero evitó atizar el ya ancestral y ridículo enfrentamiento con otras provincias sobre el asunto: "Voy a fomentar el servicio al empresario, sea vallisoletano o leonés".
Cansados de que el tema de los aeropuertos se quede en un lucha provincial sin que hasta el momento nadie haya planteado las fórmulas para hacer rentable las costosas infraestructuras consutruidas, las palabras de Villar llegan como un soplo de aire fresco en un momento en el que los empresarios no están para polémicas sino para que les den soluciones. Ese espíritu abre -o al menos debería abrir- una nueva etapa en las relaciones entre la Cámara de Valladolid y la confederación de empresarios, que durante los últimos años han estado, de forma soterrada, compitiendo por un protagonismo que dejaba en segundo plano lo verdaderamente importante.
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y León