El vivero industrial de la Cámara de Ávila, un oasis en medio de la crisis
Mientras los polígonos industriales de la región pierden actividad día a día, el vivero de empresas promovido por la Cámara de Comercio de Ávila ha logrado colgar el cartel de completo. Las instalaciones se han convertido en un pequeño oasis en el que autónomos y pequeñas pymes encuentran cobijo y apoyo para seguir peleando.
El vivero industrial es un frente más de la ofensiva que la institución cameral realiza habitualmente en apoyo del tejido productivo. Además de proporcionar suelo industrial a precio asequible, ofrece acceso a servicios de asesoramiento empresarial, formación específica, teléfono y fotocopias, aparcamiento privada, sala de reuniones y nuevas tecnologías o videoseguridad.
El vivero permitió a Emiliano Mediero salir del pozo del paro. Tras 32 años trabajando en un empresa, en 2008 se quedó sin trabajo y decidió montar un negocio de distribución e instalación de cristales. Es el veterano del lugar. Ahora lleva ya cuatro años "capeando el temporal. No me puedo quejar", afirma.
Pese a que todo el mundo le advertía que con la que estaba cayendo no debía emprender la aventura, lo tuvo claro. "Menos mal que lo hice",
Capitalizó el paro y con una inversión que no era muy grande empezó desde cero. Conocía el sector y la clientela y ahora tiene contratada ya una persona, aunque es a tiempo parcial porque "hay que ir pasito a pasito".
Mediero reconoce que el apoyo de la Cámara ha sido fundamental para tomar la decisión. "Te dicen si el negocio es viable, te orientan en todo, fundamentalmente en los temas burocráticos, que yo desconocía totalmente". Pese a todo, él fue un privilegiado porque recibió una ayuda de 7.000 euros de la Junta, algo prácticamente imposible ahora por los aprietos que atraviesan las arcas públicas.
"Lo mejor es confiar en uno mismo, conocer tus posibilidades. A mi se me iluminó la luz y decidí arriesgarme. La gente tiene que animarse pero hay que dar pasos seguros y con cabeza, no contar con el dinero que no se tiene", recomienda a quien quiera lanzarse a la aventura.
Pese a tener un contrato indefinido en una empresa, Blanca Villarejo decidió en octubre de 2011 hacer realidad una aspiración que le rondaba la cabeza desde hacía dos o tres años: montar un negocio de destrucción de documentos.
Conoció el vivero cuando realizaba un curso en la Cámara de Comercio. La ayuda que se le ofrecía desde la Ventanilla Única y el bajo coste de los alquileres de las naves del vivero, le hicieron dar el paso.
Tras casi un año de funcionamiento, su empresa de destrucción de documentos 'Deco Confidencial' ha ampliado su cartera de servicios y comienza a recibir clientes "gracias al boca a boca". Ahora lleva un año trabajando con su hija, también autónoma, porque el negocio no da para crear una sociedad.A diferencia de Emiliano Mediero, esta emprendedora no ha tenido acceso al dinero público. "Yo ya no he llegado a las ayudas de la Junta. Cuando las he solicitado me handicho que no tenían dinero", afirma mientras pide apoyo para los emprendedores, cuyo principal problemas son los costes para instalarse.
El vivero industrial consta de 14 naves repartidas en una superficie de 1.314 metros que ofrece a bajo precio espacios a los emprendedores de 100, 85 y 30 metros cuadrados. Acoge negocios de construcción de obra civil, destrucción de documentos, electricidad, reciclaje, gestión de aguas y renovables o la cristalería.