Que el cambio es lo único estable es ya un signo de nuestro tiempo. Y en esa constante turbulencia cada vez son más los profesionales que se plantean reinventarse. En algunos casos porque llega un momento en su vida en el que se dan cuenta de que lo que están haciendo no coincide con lo que realmente querrían hacer. Y en otros porque son desvinculados de las empresas para las que trabajan, y se plantean la recolocación con una perspectiva amplia, en la que caben más desempeños que el que han estado llevando a cabo hasta el momento. Sean cuales sean estos puntos de partida, hay ciertos parámetros de la reinvención profesional que son comunes.
El primero, y quizá el más importante, es que la reinvención profesional no es, fundamentalmente, un proceso mental. Como es fácil deducir, imaginarse llevando a cabo otras tareas, al igual que imaginarse emprendiendo, es abordar el asunto de manera muy poco realista. Más veces que menos, lo que pensamos sobre otras profesiones, sobre todo aquellas con las que siempre hemos soñado, son conjeturas que poco tienen que ver con la realidad, o al menos con la realidad completa.
Puede ser precioso soñar con bailar como forma de vida, pero cualquier bailarín profesional hablaría sin fin del sufrimiento causado por los interminables ensayos, así como de las múltiples dolencias físicas que le acarrea su profesión. Igualmente, muchas personas sueñan con ser escritores, pero lo cierto es que pocas caen en la cuenta del esfuerzo necesario para escribir ocho horas diarias de lunes a viernes, que es lo que hacen la mayoría de los escritores que realmente tienen éxito. Igualmente, puede sonar tentador dejar de tener jefe y crear una empresa propia, pero cualquier emprendedor hablaría también interminablemente de las horas del día y de la noche imprescindibles para poner en marcha una empresa, por no hablar de la constante inquietud por conseguir una facturación que asegure la estabilidad.
Pensar o soñar con ser otro profesional no es, definitivamente, el camino para llegar a ello. Porque sobre el papel y en la imaginación todo es posible. Y porque cuando deseamos ser algo con vehemencia tendemos a imaginar solamente las características positivas de eso que soñamos, olvidando la cara menos agradable. Para incursionar en otra profesión, tanto más cuanto más esté alejada de lo que somos hoy, hay que tener una perspectiva realista sobre ella. Y eso no se logra pensando. Se logra haciendo.