Aunque no seamos plenamente conscientes de ellas, todos los profesionales tienen en torno a 150 tareas que realizar en cualquier momento dado. Y se calcula que cada uno de nosotros recibe en torno a 10.000 impactos informativos diarios. Por último, estimamos que por la mente de una persona cruzan aproximadamente 4.000 pensamientos al día. Vivimos constantemente en una jungla de tareas, influjos e ideas que atraviesan nuestra conciencia o luchan por acapararla. En ese contexto, cobra una importancia superlativa que quienes lideran se centren en lo que realmente importa. Son los líderes ultraconscientes.
La ultraconciencia es el control voluntario de nuestra conciencia. Es una habilidad cada vez más necesaria que toma la forma de una constante auto-observación para determinar si el contenido de la conciencia es el adecuado, para tomar una decisión sobre ello.
El líder ultraconsciente debe por tanto concentrarse en aquello que cruza su conciencia, sean sensaciones, emociones o pensamientos. Observarlo y estimar si realmente tiene que ver son sus objetivos y con los de su organización. Y, a continuación, determinar qué hacer con ello: intensificarlo, apartarlo, modificarlo, y así sucesivamente.
Cuando una persona se concentra en el cómo de sus tareas su pensamiento se vuelve concreto, aterriza en lo operativo y en el presente. Por el contrario, al concentrarse en el porqué de lo que lleva a cabo, su pensamiento se eleva para capturar ideas de alto nivel, pensamientos globales y primordiales que enfocan el futuro y abren un mundo de posibilidades.
Un líder ultraconsciente no solo se centra en qué piensa, sino en cómo piensa: qué es lo que ocupa su conciencia para gestionar ese contenido en favor de sus objetivos y los de su organización. Los líderes ultraconscientes son dueños de su mente.