Una de las estrategias desafortunadamente más extendidas para luchar contra el miedo, tanto en el terreno profesional como en el personal, consiste en ponerse en lo peor. Hay personas que, en su época de estudiantes, cuando veían que se aproximaba un examen difícil, intentaban acomodarse a la idea de que lo suspenderían. Así, decían, si al final aprobaban, se llevarían una alegría. Mala idea.
El ser humano es una criatura global. Son muchas las reflexiones que intentan dividirlo en cabeza y corazón, o en cabeza, corazón y alma. Pero el ser humano es único y por mera coherencia y ahorro de energía, tiende a reaccionar globalmente a los estímulos del entorno. Así pues, ya desde los tiempos prehistóricos, un animal grande y peligroso desencadena una reacción de huida, y uno igualmente peligroso pero mucho más pequeño, uno de ataque. En ambos casos el cuerpo es coherente con lo que ve, y todos los órganos internos se alinean con la situación.
Pensar que algo va a salir mal, aunque sea de soslayo y como truco para luchar con el miedo, es una mala idea. En el terreno de las relaciones afectivas sabemos, por ejemplo, que muchas personas que temen en exceso una ruptura acaban provocándola, solo porque su comportamiento no es el sano y esperable en el seno de una relación. Es muy probable que, si el organismo humano teme perder, se prepare para perder en lugar de para ganar.
Para triunfar hay que pensar en lo mejor, no en lo peor.