Comunicar bien no es, fundamentalmente, una cuestión de perder el miedo a hablar en público, ni de talento, ni siquiera de disfrutar haciéndolo. No por ser un hecho cotidiano implica una habilidad menos compleja que otras competencias. Comunicar bien es, por encima de todo, una cuestión de técnica. Es cierto que hay personas a las que se les da mejor y a las que se les da peor, pero la gran diferencia está, como en muchas otras capacidades, en la práctica deliberada.
Hay multitud de aspectos técnicos en una conferencia: la construcción del personaje, el guion narrativo, el uso del lenguaje no verbal, el manejo de la voz, la utilización de apoyos visuales, y una larga lista de elementos más. Asimismo, hay muchas tendencias, enfoques y maneras de aprender todos esos elementos. Una persona puede tener cierta capacidad para la comunicación en público, pero si no se dota de esas habilidades y las practica es ciertamente difícil que logre impactar de la manera que lo hacen los profesionales.
Una conferencia implica la utilización de un conjunto de técnicas que se ponen en juego en el acto comunicativo, y que requieren los correspondientes ensayos. El conferenciante que no dedica tiempo a ensayar nunca acaba del todo de elaborar el complejo puzle que es una charla de impacto, en la que la narración fluye de manera natural y en la que el resto de componentes se interrelacionan de forma dinámica para crear un efecto memorable en el público.
La comunicación es técnica: funciona cuando se aprende y se practica.
Muy bueno Jesús … En cualqueir caso, una vez superado el miedo escénico, la clave es tener algo importante que contar para ser creíble.
Gracias
Así, es. Yo tiendo a pensar que cualquier comunicación de este tipo debe tener detrás una base solvente. Sin ello, una charla puede ser entretenida, pero difícilmente será inspiradora.