Años de investigaciones sobre la motivación, particularmente en el mundo de la empresa y de la educación, han acabado por crear un espejismo que muchas personas asumen como válido pero que en realidad no está escrito en ninguna parte, y es que la motivación es algo que debe venir de fuera: de los jefes, de los profesores, o de los padres. A menudo se olvida que todas las personas tienen la capacidad de automotivarse. Y esa es, sin duda, una cualidad profesional que todas las organizaciones valoran.
Tras descubrir y definir lo que es la motivación y su importante papel en el ser humano, la siguiente cuestión a resolver por la investigación era acerca de los mecanismos que hacen que una persona incremente su motivación. Por algún motivo en realidad difícil de conocer, resultó entonces que una buena parte del interés se centró en lo que se conoce como motivación extrínseca, que es la que proviene del exterior, olvidando que también existe la motivación intrínseca. Y ello provocó un error ampliamente generalizado: los jefes tienen necesariamente que motivar a sus colaboradores, los profesores a sus alumnos, y los padres a sus hijos. Y quizá por ello no abundan las personas que fijan sus propios objetivos, buscan sus propias motivaciones y avanzan a pesar de que nadie les aliente, e incluso cuando lo tienen todo en contra.
La automotivación: una cualidad escasa pero ampliamente valorada.