Las personas que viven dentro de una organización tienen un modelo mental de la misma y de su función en ella. Dependiendo de lo eficiente que haya sido la organización para comunicar su misión y visión, y de lo integrado que se sienta cada miembro, así serán de convergentes o divergentes estos modelos. Una de las cualidades poco exploradas de los buenos jefes es que poseen meta-modelos.
Alguien sabio dijo que uno de los pilares del buen liderazgo es la identificación del bien común. Y es muy cierto que si las personas que trabajan en un proyecto no perciben que en él hay algo para ellos, es muy difícil que se motiven e involucren. Las cosas funcionan cuando cada uno se identifica con el rumbo común y además siente que sus habilidades son necesarias para llevar el proyecto a buen término. En definitiva, cuando la idea que tiene cada uno de lo que significa su contribución a la organización está contenida en la idea global que tiene quien la lidera.
La complejidad que implica esta capacidad es importante, pues la variedad de opiniones y habilidades dentro de un equipo tiende prácticamente al infinito, tanto más cuanto más grande sea la organización, diversos sus departamentos o menos definida sea su misión. Por eso esa cualidad que tienen los buenos jefes de dibujar esquemas en los que caben los modelos individuales de cada uno de los miembros del equipo es admirable.
En la idea de un buen jefe caben las de todos.