Es increíble lo que se puede lograr solo por pensar de manera diferente, por reconstruir nuestro guión vital. Hoy sabemos que algunas de las personas que han logrado cambios importantes en sus vidas ha sido, entre otras cosas, porque se han definido de manera diferente y han generado a su alrededor un entorno también diferente, en el que sus viejos hábitos y sus consecuencias simplemente no caben. En cierto sentido, por tanto, el cambio personal se hizo sostenible porque esas personas se habían convertido en personas diferentes.
Pero no hay que llegar tan lejos para darse cuenta de que incluso pequeñas redefiniciones de lo que nos acontece pueden lograr impactos importantes. En una investigación se dividió en dos grupos a un conjunto de universitarios de primer curso que no habían obtenido buenas calificaciones. Al primero se le dijo que sus bajos resultados eran consecuencia del proceso de entrada en la universidad, que muchos estudiantes los tenían como resultado de la adaptación, pero que lo esperable era que con el tiempo fueran mejorando. El otro grupo no recibió información ninguna. El resultado del estudio fue impactante: los estudiantes del primer grupo tuvieron mejores notas que el segundo, y tuvieron también una tasa más baja de abandono. Y eso que la sesión en la cual el primer grupo recibió la información duró únicamente treinta minutos.
Y así es que la forma en que narramos lo que nos pasa, la manera en la que etiquetamos los acontecimientos y los definimos como normales, buenos, malos o regulares, incide de manera decisiva en nuestra vida profesional y personal. El cóctel que bebemos a diario es el resultado de los ingredientes que mezclamos: si queremos un sabor diferente tendremos que empezar a pensar en mezclar ingredientes diferentes.
Coctelería vital: el arte de redefinir nuestra historia.