Grexit
Las posibilidades de que Alex Tsipras gane las próximas elecciones griegas es elevada, otra cosa distinta es que gobierne. Pero el sólo hecho de que se convierta en primer ministro aterroriza a los mercados y será motivo de inquietud en las próximas semanas. Gobierne o no las posibilidades de que Grecia salga del euro son prácticamente inexistentes. Tsipras hace tiempo que habla de renegociar su deuda en lugar de dejar de pagarla. Varios de los institutuos de estudios alemanes, conocidos como los siete sabios, reconocen que Atenas no podrá hacer frente a su pagarés y que habrá que reestructurar los plazos. Merkel juega a asustar a los griegos, porque prefiere tener delante a un negociador más afín a su ideología, pero sabe que inevitablemente tendrá que perdonar parte de los débitos griegos. Alemania quedó arruinada en la Segunda Guerra Mundial por sus deudas con el resto de potencias aliadas y, al final, sus acreedores tuvieron que renunciar a cobrar parte de los que le debía para poder seguir adelante. Lo contrario volvería a poner en la picota al euro, una moneda que ha demostrado una fortaleza muy superior a la esperada, y que no para de sumar miembros. El pasado 1 de enero, Lituania pasó a ser el décimo noveno componente de la moneda única. Es una pena que los alemanes sean tan tozudos. En vez de resistirse a políticas que no tienen más remedio que aceptar, deberían asumirlo cuanto antes, lo que evitaría tensiones, críticas y los ataques furibundos de la prensa anglosajona. ¿Cuando aprenderán?