La tormenta perfecta
Poco duró el buen comienzo de año que se prevé para los mercados en 2015. Los Reyes trajeron carbón y bien negro a los inversores. La excusa es Grecia y la posibilidad de que gobierne el Podemos de allí. ¿Pero qué ha cambiado para que la semana pasada no importara Grecia y esta acapare los titulares más pesimistas? Nada. Salvo que al Gobierno le interesa vender este mensaje, como se ve en los Telediarios. Los mercados son especulativos y aprovechan cualquier circunstancia para acentuar su tendencia. El lunes, sin embargo, el elemento que desencadenó la tormenta perfecta no sólo fue Grecia, sino el precio del crudo, que se dejó más del 6 por ciento, lo que ahonda las perspectivas deflacionistas en toda Europa. Las bolsas aguantaron estoicamente por la mañana el desafío de Merkel sobre la posible salida griega del euro. Pero se hundieron cuando Wall Street se sumó al funeral tras el desplome del crudo West Texa Intermed. (WTI). Con todo, Wall Street sufrió una caída ordenada y menor que en Europa. No hubo pánico. Simplemente, muchos inversores hicieron caja después de las magnificas ganancias acumuladas en 2014, el quinto año de subidas. Las buenas perspectivas para 2015 siguen intactas, aunque el panorama no esté exento de accidentes y desagradables sorpresas. Los últimos acontecimientos trasladan una enorme presión al BCE, que se reúne dos días antes (22 de enero) de los comicios griegos (25 de enero) y que se caracteriza por tomar decisiones sólo cuando las cosas se tornan imposibles. Con este panorama, la compra de deuda soberana está garantizada. Este 2015 será el año de Draghi, estamos en sus manos, ya lo anunciamos en elEconomista este fin de semana. Confiamos salir bien parados, porque las cuentas de Montoro aún no cuadran.