El BCE realizará un seguimiento especial de las carteras de activos de alto riesgo
Las entidades suspensas deberán levantar capital antes de junio de 2015 o recibir ayudas de su país.
El minucioso análisis de la salud de la banca ha llegado para quedarse. Si bien su primera utilidad es garantizar que el Banco Central Europeo (BCE) asume la vigilancia de entidades solventes, capaces de soportar una crisis agravada, el ejercicio se instaura como una herramienta de supervisión prudencial. Se espera que, como ya hace el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal, repeticiones del test de estrés con una cierta periodicidad, aunque su resultado podría quedar en la esfera supervisora sin traspasar las paredes del organismo.
El pormenorizado análisis en el que ha trabajado una legión de profesionales de la actividad inspectora, auditora o, incluso, tasadora, ha permitido además al BCE un conocimiento de las entretelas de cada entidad, que seguirá monitorizando. Y algunas carteras, con particular celo, como son aquéllas de alto riesgo, donde ha puesto un foco especial para calibrar si estaban bien contabilizadas y provisionadas (financiación inmobiliaria, a embarcaciones, proyect finance, etc), indican fuentes financieras.
1 Restaurar la confianza. Las pruebas persiguen recuperar la confianza en el sistema financiero con un aumento de la transparencia sobre sus riesgos. Pero también prevenir futuras crisis bancarias, al garantizar una mayor capacidad de absorción de pérdidas frentes a shocks. El simple conocimiento de que el ejercicio tendría lugar empujó a los reguladores a forzar recapitalizaciones. Los bancos han utilizado todas las herramientas a su alcance para fortalecerse y evitar el sonrojo de salir cateados y, lo es peor, el castigo del mercado. Desde el inicio de la crisis, las entidades del euro han captado más de 250.000 millones en capital sin contar las ayudas recibidas, sino con ampliaciones, emisiones, venta de activos o retención de beneficio, entre otras vías.
2 Probar su solvencia en caso de catástrofe. Se trata de calibrar la solvencia del sector frente a hipotéticas situaciones económicas en el trienio 2014-2016, siendo uno de los escenarios la vuelta a la recesión. Para superar el test, el ratio de máxima calidad (CET1) tiene que ser, como mínimo, el 8 por ciento en un contexto considerado probable y del 5,5 en una crisis agravada. La prueba es doble. El BCE, en colaboración con la autoridad bancaria europea (EBA), ha examinado la calidad de los activos. Este ejercicio, conocido como AQR, ha revisado, al menos, el 50 por ciento de la exposición crediticia y tomado catas en las posiciones más arriesgadas. Si detecta un saneamiento insuficiente y el colchón de provisiones de la entidad no alcanza para cubrirlo, el desajuste se carga contra recursos propios. Con el capital así ajustado, se procede a la prueba de resistencia.
3 Triple recesión. Para comprobar la fortaleza, el supervisor ha tensado las cuentas del banco en distintos escenarios. En el más adverso, el PIB de España caería un 1,2 por ciento acumulado entre 2014 y 2016, el precio de los inmuebles residenciales un 9,4 por ciento y la bolsa, por ejemplo, a ritmos superiores al 20 por ciento. La EBA ha sido más benévola, en comparación con el desplome del 2,1 por ciento estimado en el PIB para la zona euro y del 14,5 por ciento para el sector residencial. Se debe a que considera que la economía ha purgado parte de sus excesos -España ha sufrido dos recesiones en la crisis-, y en todo caso, el escenario adverso se desvía un 5,9 por ciento del que considera probable.
4 ¿Qué ocurre si un banco suspende? Contarán con dos semanas para remitir al BCE un plan con medidas para restaurar el capital. Si el déficit aparece en el AQR o en el escenario base del test de estrés dispondrán de seis meses para levantar capital. El plazo se amplía a nueve meses si el quebranto se declara a someter los balances a tensión en el escenario agravado. Pueden darse suspensos virtuales donde el banco no alcance el mínimo exigido y no tenga que recapitalizarse. Y es que para efectuar las pruebas se tomó el balance a 31 de diciembre de 2013 y muchas entidades se han fortalecido en 2014. En estos casos también remitirán un plan al supervisor para que le dé el visto bueno, aunque sea una relación de medidas adoptadas.
5 El riesgo de no convencer. No sólo se examina la banca. El BCE se juega la reputación en una fase crítica, ya que asumirá la supervisión única el 4 de noviembre. Para evitar la desconfianza que sufrieron las pruebas de 2010 y 2011 de la EBA se multiplica la exhaustividad de la inspeccion. Analiza 124 entidades -85 por ciento del sector-, frente a las 91 del estudio previo. El concepto de capital es más severo y la instrospección entra a un detalle inédito -se incluyen, por ejemplo, costes por multas y procesos judiciales-. Se han revisado 1.250 expedientes de crédito en cada entidad, sistematizado más de 12.000 datos individuales y la evaluación global afecta a carteras por 3,72 billones, el 58 por ciento de los activos ponderados por riesgo. El estudio ha tenido lugar durante un año e involucrado a 6.000 personas y 26 organismos supervisores.
6 Base para la Unión Bancaria Europea. El chequeo de salud servirá al BCE para conocer las grandes entidades que supervisará de forma directa -aquellas a partir de 30.000 millones de euros de activos-. En el resto ejercerá un control coordinado y delegado con supervisores nacionales -en Europa conviven unas 6.000 entidades-. Es la primera piedra para la Unión Bancaria, que se completará con el mecanismo único de resolución de entidades y el sistema europeo de fondos de garantía en los próximos años. Si una suspende el examen y no puede restaurar la solvencia por sus propios medios, cabe la posibilidad de inyectarle ayudas, pero en su país. Para acudir al sistema europeo, habrá que esperar a 2016.