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Christian Korwan: "El éxito no se mide en euros, aunque sea lo que pide el mercado"

  • "Todo lo que sube rápido corre el peligro de bajar muy rápido"
Christian Korwan, durante su intervención.

Eva Sereno

Christian Korwan, que ha participado en la última edición de las FuckUp Nights en Zaragoza, ha señalado que "el éxito no se mide en euros a pesar de que sea lo que pide el mercado, pero por ahí no se puede medir el éxito ni una empresa".

Y buena prueba de ello es su experiencia. Y es que Christian Korwan, alemán de nacimiento pero canario de adopción desde la adolescencia, no siempre ha conseguido el éxito con las más de 20 empresas que ha lanzado a lo largo de su vida en diferentes sectores de actividad, que van desde la peluquería, la imprenta o la construcción.

"El éxito es una cosa distinta para cada persona. Siempre delante o detrás de una escalera tienes a una persona y se puede pensar que no se tiene éxito, pero eso no es real". Por ejemplo, él con la empresa que puso en marcha tras fracasar con la que tenía del sector de la construcción, "facturo menos, pero tengo más alcance y más satisfacción", ha explicado a elEconomista.es.

Aportar valor a los clientes

Una máxima que transmite a los emprendedores y empresarios a través de los programas de mentores en los que participa y en los que también pone el foco en la importancia de que "cada paso que se dé sea coherente y aporte valor a los clientes". Además, se debe abogar por "la transparencia y dar la cara".

Son lecciones que ha aprendido tras haber fracasado y haber pasado una temporada muy difícil con la empresa de construcción y reformas, que "me llevó a la quiebra. Tuvimos un crecimiento muy rápido y llegué a 32 empleados. Y todo lo que sube rápido tiene mucho peligro de bajar muy rápido".

Y, aunque no era la primera empresa que ponía en marcha, tuvo el fallo de "la avaricia porque vi que con la primera obra, en diez días, gané 1.800 euros limpios con dos empleados. Pensé que si cogía más obras y más personal, iba a ganar más, pero me metí en obras grandes con la contrata y empezó el descontrol" porque no se adaptó la estructura al volumen de crecimiento y "se me fue de las manos"

"Me robaban herramienta porque no había control, tenía que reponerla... y se me iba yendo el dinero y luego vino el impago al que no podíamos hacer frente y la espiral que me llevó a dónde me llevó. Fue el tamaño y la falta de organización, el dejarme llevar por las ganas de hacer cosas más grandes. La construcción funciona con pagarés y tuve un pagaré de 150.000 euros que no podía cobrar y el banco quería cobrar. No podía hacerle frente y vino el crack".

De hecho, tuvo que entregar la casa y no se quedó en la calle con su hija gracias a que su suegra tenía un piso en una barriada al que se tuvo que ir a vivir hasta que ha podido salir adelante. "No tenía nada: ni casa, ni coche, ni dinero... El banco me cerró el grifo. Fue el momento más bajo de mi vida" y eso que se quedó huérfano de padre y madre a los 16 y 18 años de edad, respectivamente, en un país que no era el suyo.

En una situación tan adversa volvió a emprender porque "no podía trabajar por cuenta ajena" porque, en general, "los jefes no quieren a personas que tienen más iniciativa que ellos".

Y así logró superar esa dura etapa de la que, tras diez años, la ve con otra perspectiva porque "en el momento lo ves todo mal".

Y, además de las máximas aprendidas, también ha seguido otras pautas en sus nuevas empresas: "no tener empleados en la vida. Todos son autónomos o freelance o empresas que contrato para ciertos productos o servicios. Trato de salir adelante sin grandes inversiones y con más creatividad e ingenio. Así consigo hacer las cosas que, de otra manera, serían costosas o inviables".