Aragón
Daniel Serón: "La recuperación de Europa pasa por ser verde y por el dinero que se va a destinar"
Eva Sereno
Zaragoza,
Cumplir los objetivos del Acuerdo de París requiere introducir cambios y hacer esfuerzos para evitar un cambio climático peligroso manteniendo el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. Europa está liderando el cambio con el fin de ser neutra en el año 2050, habiendo marcado una reducción del 55% para el año 2030 como objetivo intermedio. Un reto en el que las empresas, pymes y emprendedores son parte fundamental, siendo necesario que apuesten por la sostenibilidad y sean conscientes de su huella de carbono y ambiental para avanzar hacia modelos de gestión y desarrollo sostenibles y soluciones circulares. Son aspectos sobre los que el consultor Daniel Serón, fundador de Suno Sostenibilidad y responsable de impulso empresarial para una nueva economía en ECODES y coordinador de COEPLAN (Coalición de Empresas por el Planeta), habla para elEconomista
¿Qué retos plantea en el ámbito económico la emergencia climática?
Depende del sector de actividad y de la empresa. Lógicamente, una compañía intensiva en consumo de energía va a tener más difícil ser neutral climáticamente en 2030 ó 2050 y le va a requerir una inversión mayor frente a una empresa de servicios, una pyme o un emprendedor, que tienen un impacto más reducido y, con poco esfuerzo relativamente, van a conseguir reducir la huella de carbono. Un estudio de la Fundación Ellen MacArthur indica que acometiendo políticas de renovables y de eficiencia energética, se podría abordar el 55% del problema, mientras que el 45% restante corresponde al uso del suelo y la economía circular, que es esa parte que conllevaría hacer un diseño y un proceso de fabricación de los bienes de consumo más sostenible y repensar los modelos de negocio. Esta parte es más compleja porque las energías renovables ya están muy desarrolladas y las políticas de eficiencia energética llevan muchos años en marcha, pero todo lo que es economía circular es relativamente más complejo. Cerca del 80% de los impactos de un producto se pueden controlar en la fase de diseño. Si ecodiseñamos desde el principio, podemos reducir los impactos ambientales y, en este caso, la huella de carbono, que es un indicador, pero hay más: la escasez y el agotamiento de recursos naturales y minerales...
¿Y qué papel tienen las empresas? ¿Qué pueden hacer?
Son la clave porque son las que fabrican los productos que consumimos y, al final, es el consumidor el que tiene la capacidad última de decisión de elegir uno u otro producto. Lógicamente, las compañías tienen que ofrecer alternativas sostenibles. Pero no olvidemos que cada vez son más las empresas que ven la sostenibilidad no solo como algo que es beneficioso para el planeta y la sociedad, sino que es también para ellas económicamente.
¿Las nuevas empresas nacen ya siendo sostenibles?
Las que nacen ahora tienen muy interiorizado el tema de la sostenibilidad. Casi tres de cada cuatro personas hoy en día toman ya prácticamente sus decisiones de consumo por motivos éticos y de sostenibilidad. Hay emprendedores de todas las edades, pero lógicamente las generaciones más jóvenes lo tienen muy claro. Las empresas que nacen en este momento sin el factor de la sostenbilidad tienen su viabilidad en entredicho.
¿Es posible un modelo de negocio cien por cien sostenible?
Desde la perspectiva de la economía circular, es cerrar el círculo, imitar a la naturaleza (biomimesis), porque en ella no existe ningún residuo y cualquier resto es reincorporado y sirve de nutriente para el siguiente proceso. En la industria o actividad económica de las empresas, el cien por cien sostenible desde el punto de vista ambiental sería cerrar el círculo. A partir de ahí, hay otros aspectos de la sostenibilidad, que es el triple balance: económico, social y el ambiental. No nos olvidemos del componente social de la sostenibilidad porque, lógicamente, los impactos del cambio climático afectan mucho a las personas y a la sociedad: migraciones climáticas, cambios en la fertilidad y cosechas en agricultura, necesidad de migrar porque en ciertas zonas no se puede cultivar... Es solo un ejemplo. El modelo cien por cien sostenible debe abordar esas tres vertientes.
¿Las normativas favorecen que las empresas sean sostenibles?
Europa ha hecho una apuesta enorme. El impulso a través del Pacto Verde Europeo y las medidas que están dentro de ese marco como el plan de acción de la economía circular son fundamentales para dar ese impulso a las empresas. Es verdad que viendo lo que viene de Europa -por ejemplo en cuanto a plásticos- se está actuando de manera rápida y reaccionando y, al final, hay también una dotación económica de Europa, porque es muy importante la innovación y la investigación y, sobre todo, el cambio de hábitos de consumo. Una parte considerable de las políticas europeas van destinadas a facilitar las decisiones al consumidor. La compra pública verde también es importante porque las administraciones públicas suponen en Europa aproximadamente el 15% del consumo y tienen una capacidad importante para incentivar la sostenibilidad.
¿Hay más sensibilidad a raíz de la pandemia?
Se percibe más por lo que viene desde Europa, ya que la recuperación europea pasa por ser verde y por toda la cantidad de dinero que se va a destinar a ello. Ahora, la mayor preocupación de las empresas es subsistir y, si ven y entienden que esa vía va a ser el camino para la recuperación, habrá un viraje clarísimo hacia la sostenibilidad.
Coordina COEPLAN, ¿qué trabajo están llevando a cabo?
Las pymes son la que más difícil tienen acometer los nuevos caminos. COEPLAN pretende agrupar a las pequeñas y medianas empresas aragonesas o que desarrollan su actividad en Aragón y hay también grandes compañías o socias colaboradoras que sirven como tractoras y modelo. Las políticas que marcan las grandes empresas van a servir para que los proveedores -sus pymes-, las adopten. Abordamos varios sectores porque es multisectorial como, por ejemplo, agroalimentario, construcción o industria. Ahora son más de de 50 empresas y hacemos jornadas y sesiones de sensibilización o para dar a conocer la economía baja en carbono o circular para integrarla dentro de las organizaciones y sesiones de acompañamiento. Estas iniciativas son necesarias para agrupar y poner en común intereses de la pyme que, de manera individual, sería más complicado agrupar. Además, así se pueden proponer cambios, hacer interlocución con las administraciones o defender intereses a nivel sectorial.
¿Qué dificultades tienen las pymes?
Está el aspecto cultural y también que muchas veces no cuentan con los recursos para acometer este camino. La gran empresa ya lo tiene muy claro. Las del IBEX 35 calculan y hacen un seguimiento continuo pormenorizado porque las tendencias a nivel normativo y de consumidor van por ahí. Las pymes, técnicamente, no tienen esa capacidad y acaban haciendo el cálculo fuera del horario laboral con esfuerzo adicional. Y, para esto, es necesario que existan iniciativas que puedan apoyar a las pymes y facilitarles este trabajo porque, aunque no es complejo, están ahogadas en este momento de crisis. A las pymes tradicionales quizá les cuesta ver la rentabilidad del retorno económico por el esfuerzo que requiere dedicar un tiempo y unos recursos al cálculo de la huella ambiental y hacer un seguimiento de su impacto.
Recientemente, se ha celebrado el encuentro del movimiento BCorp en el que ECODES es socio estratrégico. ¿Aumenta el interés de las empresas?
El movimiento nació en 2006, pero en España empezó en 2016 y, en los últimos años, está experimentando un crecimiento exponencial. En este momento, en el país, ya hay más de 80 empresas certificadas como BCorp. A nivel mundial, son más de 3.500 compañías de 74 países. Son empresas que tienen definido su propósito de impacto ambiental, que está recogido en sus estatutos, hay un cambio legal y un compromiso, que refleja no solo la rentabilidad para los accionistas sino también para el planeta. En el encuentro BCorp del año pasado, más de 500 empresas -ahora son 800- acordaron un compromiso de ser neutras en carbono en 2030. Es el compromiso Net Zero 2030. Es importante porque en muchos casos supone un gran esfuerzo alcanzar la neutralidad en carbono y el compromiso de adelantarse en 20 años frente al horizonte de 2050. Es un compromiso fuerte porque estas empresas lo tienen en el ADN e, independientemente del esfuerzo económico que tienen que hacer, saben que deben ir en esa dirección y se comprometen a ello.