Aragón

Las políticas económicas deberán ser más "finas" para apoyar a los más afectados por la crisis de la COVID-19


    Eva Sereno
    Zaragoza,

    La crisis de la COVID-19 ha introducido cambios que también van a afectar a las políticas económicas, que ahora deben identificar bien a los colectivos críticos y que va a tener que ser "más finas y no de manguerazos" con el fin de apoyar a quienes se están viendo más afectados por esta crisis.

    Es una de las consecuencias de la crisis sanitaria de la COVID-19, que ha sido expuesta por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza, Eduardo Bandrés, quien ha participado en el webinar 'El impacto económico tras la COVID-19', organizado por la Fundación Ibercaja y en el que también ha intervenido Francisco Bono, economista y miembro de la Junta de Gobierno de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País.

    En este foro online, Bandrés ha expuesto que las políticas impulsadas conforman una "respuesta bien dirigida. La política económica ha reaccionado con más acierto que la crisis anterior", aunque hay que tener en cuenta que la política fiscal en España tiene una limitación porque el país tiene un déficit estructural del 3% y la deuda pública está más de 18 puntos por encima de la media europea. Una situación que dificulta que se pongan tantos recursos como otros países, por ejemplo, Alemania, que tiene más capacidad fiscal por la menor deuda y el menor déficit. Pese a ello, Eduardo Bandrés ha recordado que el BCE ha puesto sobre la mesa una serie de recursos y una política monetaria para no tener problemas de liquidez. "Europa está respondiendo", ha añadido.

    "La respuesta ha sido rápida", ha secundado Francisco Bono, quien ha aseverado que "lo que había que hacer era no demorarse mucho. Hay colectivos que han dicho que las ayudas son pocas. En esta situación, todas las ayudas son pocas y hay que distribuirlas. Se llega hasta donde se llega".

    La mayor agilidad y ese enfoque "más fino" no es la única consecuencia que deja la crisis sanitaria de la COVID-19, que ha generado una caída del PIB más intensa, aunque "la duración va a ser menor. No va a durar tanto como la Gran Recesión. Ya se recupera la actividad y en el tercer y cuarto trimestre del año habrá rebrote para, en 2021, producirse la recuperación económica", ha apuntado Bandrés.

    Unas perspectivas económicas que, aunque todo pronóstico está condicionado por la evolución de la pandemia, permiten ser menos pesimistas que en anteriores crisis, porque el sistema internacional tiene más liquidez y las empresas "están más escarmentadas que cuando llegó la crisis de 2008", ha matizado Bono.

    No obstante, con esta crisis de la COVID-19 nace un nuevo contexto o marco que "nos va a exigir a todos una mayor dosis de flexibilidad y de capacidad de adaptación a nuevos usos y circunstancias", ha apuntado Francisco Bono, quien ha puesto como ejemplo a las empresas que ahora tienen el problema de tener que presupuestar y planificar a uno y tres años, pero también a dos meses porque no se sabe ahora qué es el largo plazo y si se va a volver el confinamiento.  "Se va a necesitar una respuesta rápida a situaciones incontroladas". Y también los sindicatos deberán hacer una reflexión sobre la forma de adaptarse a estos cambios. "Esta gran incertidumbre va a requerir una gran capacidad de adaptación. No va a ganar el pez más grande, sino el más rápido".

    La crisis también trae otras consecuencias como "el aumento espectacular de la desigualdad en tres terrenos", ha añadido Francisco Bono. Uno de ellos es el personal porque ha generado dos grupos de personas: aquellos que han podido mantener más o menos el nivel económico y los que no han tenido ingresos en estos meses, generándose una bolsa de pobreza sobrevenida. La desigualdad también ha sido sectorial porque hay sectores como los relacionados con el material sanitario en los que la demanda ha crecido, mientras que en otro como la hostelería son sectores demolidos. Asimismo, hay desigualdad territorial porque no ha afectado de la misma manera la pandemia a los países del Norte y Sur de Europa ni a todos los territorios por igual dentro de un país.

    Otras consecuencias son los cambios de hábito de consumo, por lo menos a corto plazo, y en la cesta de la compra, la tipología de ocio y las formas de pago, así como el "desequilibrio y el descontrol de las cuentas públicas por razones exógenas" para dar respuesta a las necesidades con la pandemia, ha señalado Francisco Bono.

    Las tendencias

    Además de las consecuencias, con la crisis de la COVID-19 también llegan tendencias relacionadas con, por ejemplo, la globalización. "Si fuera un empresa que depende de suministros exteriores, me pensaría seriamente depender de un solo proveedor y de una zona como, por ejemplo, China. Las cadenas de suministro se van a ver modificadas" tanto en sectores como en territorios, ha afirmado Bono.

    "No vamos a un retroceso decisivo -ha matizado Bandrés-, pero "vamos a una globalización corregida. Los efectos en empresas y en tipos de trabajo ya han llevado a algunos economistas a plantear que los costes son más que los beneficios marginales de seguir aumentando la globalización. Habrá que tener más dotaciones de stock. En el ámbito sanitario ya se ha visto la carencia de stock. Quizá vamos a esa globalización corregida. Europa creo que va tratar de integrase más".

    Otro de los cambios importantes está relacionado con la tipología de los trabajos y el teletrabajo. Para Francisco Bono, "esto tiene un impacto impresionante en muchas cosas, incluso en la legislación laboral. Va a requerir una legislación rápida, estrategias en las empresa y la formación de perfiles nuevos". Además, van a desaparecer muchos puestos presenciales en sectores como por ejemplo la banca.

    Y los cambios también pasarán por la Administración. "Tenemos exceso de legislación. Hay que ir a todo lo contrario", ha aseverado Bono. Una línea sobre la que a su vez se ha pronunciado Bandrés al indicar que se debería hacer una reflexión sobre el Estado y las autonomías.

    Y la COVID-19 también deja tras sí el "empujón" a la economía verde y Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). "Ya había dinámicas" en esta línea como la descarbonización, ha apuntado Bandrés, pero "ahora esto nos ha permitido ver que la sociedad no puede evolucionar dejando atrás a la gente".