In crescendo
Es benigno. Son las palabras que, según Woody Allen, más se agradecen escuchar. En España no son esas, no. En España, país donde se ha reclutado el mayor número de involuntarios desocupados, las palabras que más se agradecen escuchar son: el trabajo es suyo.
Las encuestas de población activa, de forma continuada y sostenible, vienen mostrándonos, desde hace años, una escalada de la tasa de paro tan tenaz y persistente como ilimitada. Su representación gráfica no sería otra que la ?escalera de Penrose? del genial y psicodélico artista holandés Escher. Una escalera que siempre sube, esto es, un movimiento continuo ?in crescendo?.
El paro en España también es una escalera que siempre sube, suavizada tan sólo por los rellanos que nos proporcionan los santos en Marzo y los turistas en Agosto. Mientras tanto el crecimiento de nuestra economía, de sólo unas décimas interanuales, se muestra incapaz, no ya de invertir la tendencia del paro, sino tan siquiera de estabilizarla. Y, para colmo de males, la inflación comienza a entrar en unos índices que hacen bastante más empinada la infinita escalera.
Con una demanda interior bajo mínimos, la inversión refugiada en los cuarteles de invierno y una circulación monetaria totalmente esclerotizada, la situación del país más que penosa es tenebrosa. Sólo la confianza puede realizar el milagro. Pero la confianza no es precisamente lo que ha venido ofreciendo, ni puede ya ofrecer, el fracasado gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero que, empeñado en un peligroso esfuerzo para mantener el poder hasta agotar la legislatura, aún a costa de hacerle la cama al diablo, no está consiguiendo otra cosa más que empeorar la delicada situación económica. También está consiguiendo que, además del paro, el cabreo de los españoles vaya ?in crescendo?. En un par de semanas lo veremos.