De las dos posibles interpretaciones de la subida de los últimos días, un rebote tras el desplome bancario de la semana pasada o un asalto a máximos, el mercado dejó claro ayer cuál era la correcta: la primera. Y lo hizo poniendo fin abruptamente a ese rebote con una caída exactamente igual a la de hace una semana, cuando los problemas de Merrill Lynch y Citigroup hundieron al sector financiero.
Así, el Dow Jones sufrió un descalabro del 2,64%, que llegó al 2,945 en el S&P 500. El Nasdaq no actuó esta vez de refugio, y se desplomó el 2,7%.
Otra semejanza con lo de la semana pasada fue el protagonista del hundimiento: el sector financiero. El miedo a una crisis cuyo final cada vez se ve más lejano hizo presa, por ejemplo, en la aseguradora AIG, que se hundió el 6,7% en vísperas de sus resultados. Pero las pérdidas fueron generalizadas: Morgan Stanley se hundió el 6,1% ante la posibilidad de que siga los pasos de Citigroup y anuncie más amortizaciones de activos respaldados con hipotecas.
También puso su grano de arena bajista General Motors, que perdió también el 6,1% tras anunciar las mayores pérdidas trimestrales de una empresa en toda la historia, de 39.000 millones de dólares. Time Warner tampoco ayudó con una caída del beneficio del 53%, que le costó un recorte del 2,9% en bolsa. Y lo mismo se puede decir de Cisco, que cayó un 3,9% antes de publicar sus resultados, y otro 4% después en el 'after hours'.
Y, por una vez, el mercado acusó la escalada del crudo -que volvió a marcar récord en 98,62 dólares aunque finalmente recortó a 96,37- y el desplome del dólar (el euro llegó a superar los 1,47 dólares y cerró en 1,4655).
Todos estos elementos negativos se impusieron a los datos económicos del día, que fueron bastante buenos para variar: la productividad trimestral subió el 4,9%, su mayor crecimiento en cuatro años, y los costes laborales bajaron el 0,2%. Asimismo, las ventas mayoristas crecieron más que los inventarios en septiembre.
En otros mercados, los bonos actuaron como refugio para el dinero que huía de la bolsa y subieron en precio, con lo que su rendimiento bajó al 4,35%. El oro siguió su escalada con un nuevo récord en 833,5 dólares.