La fuerza de la renta variable demuestra la dificuldad de encajar economía y mercados en una misma previsión. Su relación es tan compleja y tan inestable que puede ser peligroso construir una estrategia de inversión sólo sobre la base de los factores fundamentales, se refieran éstos a las empresas o a la economía.
En Bolságora no nos gusta adelantarnos al mercado. No por falta de ideas, sino porque sabemos por experiencia que las relaciones entre la economía y los mercados -o las correlaciones entre los diferentes mercados- son ahora tan complejas, tan inestables, que puede ser peligroso construir una estrategia de inversión sólo sobre la base de los factores fundamentales, se refieran éstos a las empresas o a la economía.
Y lo que es peor, los economistas -o analistas- que miran al mercado con cierta distancia y honestidad (la minoría) saben que detrás de un mismo guión económico se puede esconder más de un escenario de mercado.
Las tres últimas semanas nos han dado, una vez más, una demostración de manual. La corrección que comenzó la semana de Acción de Gracias, a priori, lo tenía todo para triunfar: una racha de malos datos en Estados Unidos, unos indicadores de sentimiento de mercado tremendamente optimistas, una curva de tipos invertida, etc. La respuesta lógica del mercado, al menos en el corto plazo, habría debido ser una caída de Wall Street, otra caída más leve de Europa y una subida de los precios de los bonos, es decir, una caída de los rendimientos. Así fue... durante algunas horas.
Respecto a la deuda, vimos caída de los rendimientos en EEUU, una breve perforación de su soporte y luego un rebote. En Europa, la caída se frenó en el soporte y ahí llegó el rebote (es decir, subida de los precios hacia la resistencia y luego vuelta bajista en zona de resistencia). El resultado es que los inversores que se precipitaron a comprar renta fija en la zona euro están ya en pérdidas.
En cuanto a la renta variable, hasta ahora no quiere bajar y se descorrelaciona del ciclo económico... Hay mucho ruido al respecto, pero el caso es que Wall Street lo hace mejor que Europa, lo cual supone una bofetada para (casi) todos los analistas que veían en Europa la bonanza de la renta variable frente al cansancio de Wall Street.
Por supuesto, no queremos decir que economía y mercados no se interrelacionen. Pero las correlaciones se hacen y deshacen según un plazo y una frecuencia que se escapan casi siempre al inversor, sea éste un 'hedge fund' o un minorista. Y por eso el mercado mantiene su misterio pese a la sofisticación creciente de los jugadores.
La conclusión es que un entorno económico confuso, o una valoración difícil de una empresa, siempre tiene su juez de paz: el mercado. En muchas situaciones, el precio es el único elemento objetivo para construir un análisis. Para los ayatolás del chartismo, el precio y sólo el precio importa. A nosotros nos parece mejor decir que el precio es un filtro imprescindible para valorar una idea de inversión. En el mercado, como en todos los ámbitos donde intervienen los comportamientos sociales, el arte está en cómo articular una visión con el buen uso de las herramientas técnicas.