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Así era Jaime Mascaró, el empresario del calzado

    <i> Imagen: Europa Press</i>


    Jaime Mascaró nació en un pequeño pueblo de Menorca el 18 de Noviembre de 1930. A pesar de su gran labor como electricista de Ferrerías, fue en el taller de su padre donde conoció su verdadera vocación: el diseño y creación de zapatos, en un primer lugar, de bailarinas de ballet. Una vez descubierta, no dudó en viajar a la península para presentar su primera colección en Barcelona.

    Su potencial como diseñador y sus ganas de expansión le hicieron ver más allá del sector de la danza y que ?poniéndole un piso más duro y un pequeño tacón a las zapatillas de ballet se transformaban en un bonito zapato de calle o en lo que hoy llamamos bailarinas, francesitas o manoletinas?. Así, lo que comenzó en un pequeño taller familiar acabó revolucionando la península, los zapatos de ballet se convirtieron en las famosas bailarinas para niñas de Mascaró lo que suscitó una envidia en las madres de las niñas que pedían sus tallas naciendo así su primera colección de mujer.

    En los años 70, Jaime se anticipó a su tiempo contratando un diseñador italiano como director creativo de la firma. En los 80 inauguró la fábrica Mascaró y se convirtió en uno de los primeros empresarios zapateros en lanzarse a la apertura de tiendas propias en España. Su éxito pronto llegaría al extranjero: la primera tienda internacional nació en París y en 2002 su marca ya había viajado hasta Nueva York.

    La entrada en la empresa de sus dos hijas, Lina y Úrsula, supuso la creación de nuevas marcas como Úrsula Mascaró, Pretty Ballerinas y Pretty Loafers, con las que han conseguido dar la vuelta al mundo a través de 98 tiendas propias además de su página web y su extensa red de tiendas multimarca.