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Champanería, coctelería y restaurante con un exclusivo sello privado

    Restaurante A, en Madrid <i> Imagen: Archivo</i>


    Arzábal firma un nuevo "secret club" de acceso restringido y reposado ambiente

    Iván Morales y Álvaro Castellanos vuelven a dar la campanada. Si en 2009 fueron precursores de la "taberna del siglo XXI" (Arzábal y posteriormente Arzábal II), ahora apuestan por un secret club, establecimientos muy extendidos en Londres, París o Nueva York pero que en Madrid no acabaron nunca de cuajar.

    Sin embargo, la fórmula ideada por estos dos jóvenes y emprendedores taberneros de lujo, que hoy ya tienen en nómina a unas 50 personas, sí abre sus puertas a la reserva por Internet aunque, si se quiere poseer una tarjeta de acceso y acudir sin más trámites con tres acompañantes máximo- sin reserva de mesa-, tampoco se pide "sangre azul". Morales lo explica: "Nuestras puertas no están cerradas, pero queremos conocer al cliente, tener una charla con él. Es algo más que un restaurante o bar de copas".

    Detrás de la discreta fachada de cristal negro, un bonito bar de tintes años 20, con una impactante barra retro-iluminada donde brillan las botellas, buena música de fondo y un barman- Pablo Collantes- que da forma a una carta de cócteles que es todo un derroche. Estamos en un local oscuro, de suaves luces indirectas donde discurrirá plácida la charla entre copa y copa premium. En el centro, una gran mesa central donde se puede comer, almorzar o comer algo entre horas. Y, desde luego, tener acceso a una impresionante selección de champagnes con 140 referencias a buenos precios (desde 49 euros), junto a dos blancos tranquilos y dos tintos.

    En la parte de abajo, salón vintage decorado al estilo de los clubs ingleses con ocho mesas bajas, sofás chester, tenues luces y ambiente reposado. No hay manteles (ni tampoco los pondrán luego), aunque sí grandes servilletas de hilo y cuidado menaje. Ofrecen dos cartas separadas: japonesa y más clásica. En una pequeña barra, un sushi-man evoluciona, para dar forma a 30 bocados nipones, desde usuzukuri de pez limón a tartar de cigala y jengibre o niguiris de vieira flambeada con yuzu picante.

    De la otra parte, lo típico de Arzábal con un picoteo frío de altura -buenas conservas, embutidos, ahumados caseros, (aquí también caviar Per Se)- junto a platos de cocina, como en Arzábal, a cargo de José Miguel Valle. Croquetas de ibérico, fingers de pularda, arroz con pichón o un delicioso rabo de toro con dados de patatas recién fritas, en una oferta que siempre incluye un plato de cuchara. Y, por supuesto, todo un despliegue de destilados de alta gama (200 etiquetas) servidos en elegantes copas de buen cristal. Un placer reposado donde no pasa el tiempo.