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Santander en dos días
Te proponemos una escapada a la ciudad del Cantábrico para recorrer sus calles, degustar los manjares de sus cocinas y desconectar en sus magníficas playas. ¿Dará tiempo en apenas dos días? Seguro que sí.
Hay muchas formas de llegar hasta Santander pero la más sencilla y rápida es en avión, y además no tiene por qué ser las más caras. Ryanair ofrece precio muy low-cost con bastantes horarios (y no todos completamente intempestivos). Para ir del aeropuerto al centro de la ciudad, la mejor opción es coger el autobús urbano de Alsa, por 2,20 euros y en apenas 15 minutos estarás en la estación de autobuses.
Una vez en la ciudad, puedes alojarte en algunos de sus hostales o alquilar un apartamento privado en airbnb.com; esta opción te permitirá compartir estancia con personas de la misma ciudad o coger un apartamento para ti y todos tus compañeros de viaje sin gastar demasiado. Procura que el alojamiento esté en el centro o cerca de las playas, ya que Santander es una ciudad que mira al mar.
Visita obligada al Palacio de la Magdalena. Te proponemos que partas desde la playa de Molinucos, pasando por la más famosa, la de El Sardinero, hasta la del Camello, por el precioso paseo marítimo hasta llegar a la Península de la Magdalena. Disfruta del entorno natural de los jardines del palacio, así como del pequeño zoo y de la exposición de 'El hombre y la mar'. El Palacio merece una visita a su interior para descubrir mejor cómo vivía la Monarquía de principios del S.XX. Y sobre todo merece la pena tomarse cinco minutos para posar la vista sobre el Cantábrico y respirar la brisa que nos trae.
Después del paseo y de las cuestas, obligada parada para reponer fuerzas en los bares de Puertochico (donde está el Club Náutico de Santander) y degustar unas buenas anchoas en salazón regadas con vino blanco. En restaurantes como ' 'Posada del Mar' o 'Bar del Puerto' podrás degustar los mejores pescados de este mar lleno de enorme riqueza.
Para salir y rematar este primer día, nada como acudir a los bares de la zona de Río de la Pila, con propuestas la del 'Metropole', donde podrás degustar un fantástico Gin Tonic mientras escuchas buena música y ves a la gente guapa de Santander.
No nos acostamos muy tarde porque el segundo día se prepara intenso. Comenzamos la mañana desayunando en el apartamento, para ahorra un poco, pero nos echamos pronto a la calle para tomar la plaza del Ayuntamiento y de ahí encaminarnos por el Paseo de Pereda y conocer la sede del Banco de Santander. En el mismo paseo, al otro lado, tomamos un barco: Las Reginas prestan servicio regular todo el año y por 4,65 euros nos permite conocer dos joyas de la bahía.
Ya estamos en el mar, la esencia de esta ciudad. La primera parada es Pedreña y sin apenas salir del puerto, saborearemos unas magníficas rabas en el Ezquerra, donde las raciones son abundantes y los precios nada abultados. Como la ruta debe continuar, nuestra siguiente parada es Somo. Las playas de este pueblo marinero nos asombran con su belleza y extensión. Los surferos cogen las olas del Cantábrico mientras la gente disfruta del sol y de algún refigerio en los chiringuitos. Cuando el hambre aprieta, buena oportunidad de aprender más de la gastronomía cántabra en El Galeón de Somo, no excesivamente caro y con el mejor marisco de la zona. Atención con el terichaki de atún rojo, el txangurro o el arroz con bogavante.
Cogemos el barco de vuelta a la ciudad y vemos su precioso horizonte, coronado por las casas señoriales de la burguesía, respetando los espacios verdes de esta preciosa tierra. El último aliento lo dejamos para tomar un chocolate con churros a 1,80 euros en el Club de Regatas de Santander, cuya decoración nos sorprende incluso cuando miramos por la ventana y vemos la Plaza Pombo llena de juventud y alegría.