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Una cura de barro en el balneario del Mar Menor
A lo largo del año, la piel se expone a múltiples factores tóxicos dañan su superficie; pero sobre todo, a incontables actividades deportivas o laborales capacez de excarvar los tejidos y afectar el buen funcionamiento de músculos y articulaciones. Todo motor necesita ser engrasado con frecuencia y pasar la ITV para prevenir accidentes más graves. Como nuestro organismo no puede ser menos, te invitamos a descubrir una receta natural al alcance de todos: los masajes de lodo de las Salinas de San Pedro.
Por ello, no es extraño encontrar en las playas del Mar Menor a bañistas con una costra de barro despellejándose bajo el sol, a personas con gran parte del cuerpo cubierto de negro como si de los tatuajes tribales de alguna etnia amazónica se tratasen. Este balnerario natural de la Región de Murcia, conocido como Las Charcas de Lo Pagán, es uno de los mayores atractivos turísticos del bienestar de la salud, al margen de las playas y la marea tranquila e inalterable del Mar Menor. San Pedro del Pinatar ofrece a sus veraneantes la mayor zona de lodoterapia al aire libre del continente europeo, con un reconocimiento absoluto dentro y fuera de las fronteras de su capacidad absorbente y su poder mineralizante. Esto ha recomendado su uso para el tratamiento de enfermedades como la artritis, gota, reumatismos o las patologías de la piel, además de aconsejar combinar los baños y los masajes de lodo con los ejercicios de rehabilitación en casos de fracturas óseas.
Son el exponente de la homeopatía marina. Está demostrado que las vendas con esta arcilla rica en minerales alternadas con baños en el agua salada tienen un efecto depurativo gracias a los limos que la componen y contribuyen a mantener un ph básico que oscila entre 7,12 y 8,45. Absorben las impurezas y células muertas del trozo epidérmico sobre el que se han aplicado y eliminan las toxinas. Además, los tratamientos termales con estas costras de barro influyen con un efecto osmótico en los tejidos intersticiales del organismo, activando el sistema sanguíneo, eliminando partículas nocivas y produciendo una agradable relajación muscular. Un efecto similar al de las novedosas bañeras o cabinas de hidromasaje que no ha pasado desapercibido en el sector de la hospedería y el cuidado corporal. Muchos emprendedores dedicados al culto del bienestar corporal han encontrado en Las Charcas la posibilidad de hacer su agosto instalando hoteles que ofrecen tratamientos especializados en lodo, centros de salud o clínicas de talasoterapia en las que tratan la zona afectada con barro y agua de mar a base de burbujas de ozono o chorros de agua a presión en piscinas climatizadas. Sin embargo, si la herida que se pretende aliviar no ha trascendido de la superficie, no es necesario invertir el dinero en estos tratamientos exclusivos cuando un masaje concienzudo es suficiente.
Eso sí, como ocurre con todo lo bueno, los excesos terminan siendo perjudiciales. Al iniciar el tratamiento, lo mejor es aplicar una primera capa de pocos milímetros de grosor en zonas señaladas del cuerpo, e ir aumentando la cantidad y la superficie paulatinamente con cada nuevo vendaje. Tras comprobar en esta primera toma de contacto que no se han producido efectos secundarios (alguna reacción alérgica de la piel), es conveniente no prolongar la exposición más de una hora. De lo contrario, existe riesgo de resecar la piel más de lo adecuado.
Verano es la temporada en la que Las Charcas reciben un mayor número de visitantes debido a la mayor disponibilidad de la gente de pasar un tiempo disfrutando en la playa y al hecho de que el calor permite que la envoltura de barro se seque con mayor facilidad. Además, son los días en los que el ajetreo del horario laboral que apenas notábamos llega con efecto rebote, como aliciente de las altas temperaturas. Nuestro cuerpo se resiente con facilidad, y hay que estar atento a las llamadas de emergencia que nos dirije de vez en cuando.
Manda tus cremas de vacaciones y disfruta de los poderes hidratantes y purifcadores de este balnerario natural rodeado de montañas de sal, flamencos y el aire de un mar que nunca se enfurece.