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Cuando la avaricia es una virtud... los magnates más famosos del séptimo arte



    Gordon Gekko ha salido de la cárcel. Regresa con 'Wall Street: el dinero nunca duerme', buena excusa para repasar a los magnates más famosos del séptimo arte.

    Lo que le faltaba a la crisis. Que vuelva para aprovecharse de ella uno de los hombres más carismáticos del mundo de las finanzas (aunque viva en el irreal séptimo arte), como es Gordon Gekko, el autor de un lema tan simple como demoledor, "La avaricia es buena", palabras que, sin embargo, le llevaron a la cárcel en Wall Street, la película dirigida por Oliver Stone en 1987, y por la que Michael Douglas, el hombre que le prestó cuerpo y gomina a Gekko, ganó el Oscar al mejor actor principal.

    El mundo ha cambiado. Gekko ha cambiado. Ha perdido a su familia, ha perdido su fortuna y, lo peor de todo, ha perdido su fama, ya no es nadie en Wall Street, y eso le desespera. Y a Dios pone por testigo que volverá a levantarse, que el mundo de las finanzas de Wall Street volverá a besar el suelo que pisa.

    ¿Similitudes con casos recientes de la vida real? Sin duda. Muchos han visto en Madoff el mejor ejemplo de que el dicho de la realidad siempre supera la ficción está más de moda que nunca. Y han vuelto a la actualidad todos esos magnates de ficción que han hecho de las suyas (malas y buenas) desde el celuloide más rancio de los años 40 hasta las películas repletas de efectos digitales del siglo XXI.

    El rey

    Nadie duda de que el rey de tamaña corte de tiburones es Charles Foster Kane. El alter ego cinematográfico de William Randolph Hearst, el magnate mundial de la prensa de comienzos del siglo XX, y padre de la prensa amarilla, vino firmado por un joven Orson Welles en Ciudadano Kane (1941), para muchos la mejor película de todos los tiempos. Welles, a la hora de escribir el guión de Ciudadano Kane, tenía como segunda opción otro gran magnate de la época: Howard Hughes. Más de 60 años después, Martin Scorsese firmó el mejor biopic de este ingeniero aeronáutico, industrial, productor cinematográfico y piloto en El aviador (2004), con Leonardo DiCaprio en el papel protagonista. Amante y descubridor de varias leyendas de Hollywood, en la película también se nos muestra la ruina física y mental de Hughes.

    Si hablamos de hombres de negocios en el siglo y pico de historia del cine, un apellido se eleva por encima del resto: Corleone. Primero Vito (Marlon Brando) y luego su hijo Michael (Al Pacino), los personajes creados por Mario Puzo y llevados a la gran pantalla por Francis Ford Coppola en la trilogía de El Padrino (1972, 1974 y 1990) casi nos convencen de las bondades de los métodos mafiosos a la hora de adquirir fortuna y poder. Tras iniciarse, como tantos otros miembros de la Cosa Nostra, en la venta de alcohol clandestino durante la Ley Seca de los años 20, los Corleone fueron progresando de una forma espectacular gracias sobre todo al juego, la prostitución y las drogas. Pero los tiempos cambian, y con Michael ya al mando de la Familia tras la muerte de su padre, los Corleone miran más alto y llegan a hacer meganegocios inmobiliarios con el mismísimo Vaticano. Pero, claro, lo que mal empieza (decapitación de caballos de carreras) mal acaba (muerte de la propia hija de Michael Corleone a causa de una bala que iba destinada a él).

    Grandes magnates, multimillonarios, gente poderosa... pero no siempre felices. Gordon Gekko acabó con sus huesos en la cárcel; Charles Foster Kane murió solo, en su mansión Xanadú, con la palabra Rosebud entre los labios; Howard Hughes, solo y terriblemente enfermo; Michael Corleone vio derrumbarse a su adorada Familia.

    Tampoco le fue muy bien a nuestro siguiente protagonista: Preston Tucker. La película homónima, protagonizada por Jeff Bridges y dirigida por Coppola en 1988, se subtitulaba 'El hombre y su sueño'. ¿Con qué soñaba Tucker? Con construir sus propios vehículos y dar a luz los cientos de ideas futuristas que le rondaban por la cabeza. Sin embargo, su maravilloso sedán del 48 no tuvo el éxito esperado, y tan sólo se produjeron 50 unidades.

    Niños: un mercado de cientos de millones de consumidores que suponen un pelotazo si se crea el producto adecuado (que se lo digan a J.K. Rowling, autora de la saga Harry Potter).

    Chocolate: un producto amable que puede gustar a niños y grandes. Si mezclamos (o batimos) ambos con maestría podríamos obtener el éxito empresarial de Willy Wonka, el disparatado dueño de una fábrica de chocolate surgido de la pluma del escritor norteamericano Roald Dahl y llevado al cine en dos ocasiones: Un mundo de fantasía (1971, con Gene Wilder como Wonka); y Charlie y la fábrica de chocolate (2005, de Tim Burton, con Johnny Depp).

    Tony Stark y Bruce Wayne. Seguro que no todos los que estén leyendo estas líneas averiguarán a la primera de quién estamos escribiendo a estas alturas. Si, por el contrario, hablamos de Iron Man y Batman, todo cambia. El primero de ellos, último superhéroe que ha triunfado en el cine de la mano de Robert Downey Jr. (Iron Man, 2008; y Iron Man 2, 2010), basa su fortuna en la venta de armas. El segundo, y mucho más conocido por estos lares, es el alter ego de Batman, el superhéroe más asiduo en nuestras pantallas en los últimos años, con películas firmadas por Tim Burton, Joel Schumacher y Christopher Nolan, y con actores como Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney o Christian Bale en la piel del hombre murciélago. Wayne, al igual que Stark, hereda una gran corporación, Industrias Wayne.

    Y, para terminar, un recién llegado a estos lares, y de nombre casi desconocido si no eres un adolescente a la última: Carlisle Cullen. Ser el cabeza de una numerosa familia de vampiros no le ha hecho perder el tiempo (la verdad es que ha tenido mucho, pues nació en 1640) para amasar una fortuna de 34.000 millones de dólares gracias a las donaciones recibidas por amigos suyos a lo largo de los siglos y, también, por sus acertadas inversiones en acero, oro y petróleo, ayudado, eso sí, por las dotes clarividentes de una de sus hijas adoptivas. Otro de sus vástagos es Edward, el vampiro adolescente protagonista de la saga Crepúsculo, de la escritora estadounidense Stephenie Meyers, y de la que ya se han estrenado tres películas: Crepúsculo (2008), Luna Nueva (2009) y Eclipse (2010). Peter Facinelli interpreta a Carlisle Cullen, un vampiro muy bueno, por cierto, que sólo se alimenta de sangre animal y, además, es médico.

    Los millonarios de 'Forbes'

    La revista Forbes, tan aficionada a los rankings, también tiene su clasificación de los personajes de ficción más ricos y poderosos. En ella tienen cabida los personajes de ficción de libros, cómics, películas y series de televisión. En sus cinco ediciones, muchos han sido los personajes cinematográficos que han formado parte de esta curiosa clasificación. En la última, aparecida en abril de este año, el number one estaba ocupado por el vampiro Carlisle Cullen, con más de 34.000 millones de dólares, sólo 600 millones más rico que el Tío Gilito. También encontramos a Tony Iron Man Stark en el cuarto puesto, con 8.800 millones de dólares. Bruce Batman Wayne ocupa el séptimo, con 6.500 millones.

    Como curiosidad, en el duodécimo puesto, aparece el señor Burns, el calvo propietario de la planta de energía nuclear de Springfield, o sea, el jefe de Homer, patriarca de Los Simpson.

    En la lista del año 2008, la cuarta posición la ocupaba Gordon Gekko, con una fortuna estimada en 8.500 millones de dólares, seguido por Jabba the Hutt, el megagusano de El retorno del Jedi (1983, de George Lucas). Otros nombres célebres que han aparecido en dicha lista son Lara Croft (14ª en 2008, con 900 millones de dólares), Willy Wonka (13º en 2007, con 1.900 millones), Tony Montana (el gánster interpretado por Al Pacino en El precio del poder, de Brian DePalma, en 1983) o la mismísima Cruella De Vil (la mala malísima de 101 Dálmatas, producción de Disney de 1961), con mil millones de dólares.