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Egipto se abraza a la transición política con Mohamed Morsi, su primer presidente civil
La Comisión Electoral anunció ayer el triunfo electoral de Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes. Es el primer presidente civil y elegido libremente en seis décadas. Tomará posesión a finales de este mes en "una gran ceremonia", según miembros de la Junta Militar.
Morsi, de 60 años, asume una presidencia con funciones limitadas. Las recientes enmiendas a la declaración constitucional restringen su margen de acción y dejan en manos de la Junta Militar los poderes legislativo y presupuestario. Tras 84 años de persecución y semiclandestinidad de los Hermanos Musulmanes, Morsi tendrá que cohabitar con la cúpula castrense encabezada por Husein Tantawi hasta el final de una caótica y compleja transición política.
El islamista, con estudios de ingeniería en Estados Unidos y preso durante un tiempo durante el régimen de Mubarak, también se ha comprometido a situar en las vicepresidencias a "una mujer, un copto o un antiguo candidato presidencial" y a nombrar como primer ministro a "una figura pública independiente". Entre las prerrogativas del nuevo presidente figuran nombrar y destituir al premier y su gabinete y vetar las leyes elaboradas por los militares hasta la celebración de nuevos comicios parlamentarios previsiblemente a fines de este año.
Confusión en el país
Mientras tanto, estos días reina la confusión y la intriga en Egipto. En una situación altamente conflictiva y de máxima tensión se refuerza la seguridad mientras la Comisión Electoral analiza unas 400 denuncias de supuestas irregularidades electorales presentadas por ambos candidatos. El retraso del anuncio de los resultados incrementa la ya muy inestable situación del país.
Los principales edificios del gobierno y el Estado en El Cairo son protegidos por cordones de efectivos antimotines, particularmente la sede del parlamento, a la cual se mantiene vedado el acceso de los diputados de la cámara baja recientemente disuelta. Las autoridades han establecido retenes militares en varios puntos de la carretera, entre ellas la de El Cairo-Alejandría. Son escenas que recuerdan a los 18 días de revueltas en 2011.
Tanto Morsi, como su rival Ahmad Shafiq, ex primer ministro de Hosni Mubarak, sostenían que habían ganado los comicios. El movimiento independiente Jueces por Egipto anunció que, de acuerdo al recuento efectuado por sus miembros en los colegios electorales, el ganador de la segunda vuelta es Morsi con un margen de casi 900.000 votos.
Estado de salud de Mubarak
Para aumentar la incertidumbre sigue la falta de noticias sobre el estado de salud del ex presidente Mubarak, de 84 años, ingresado en coma desde el martes en un hospital militar de El Cairo.
Para algunos en Egipto el coma de Mubarak no es más que una forma de distraer a la población del golpe llevado a cabo por los militares. Según fuentes del Ministerio de Interior, Mubarak ha sido reanimado y está recibiendo respiración artificial. Niegan que esté "clínicamente muerto".
Casi nadie cree ya en la próxima transferencia real del poder por parte de los militares a una autoridad civil. La misma cúpula castrense que prometió conducir la transición a la democracia está traicionando el proceso.
Así los militares han vuelto a imponer la ley marcial, tras no renovarla hace tres semanas. La ONG Human Rights Watch denuncia que los militares tienen ahora más poder que bajo el régimen de Mubarak. Medidas como el derecho de los servicios de inteligencia y la policía militar a arrestar a civiles permiten que continúen las violaciones de derechos humanos.
Al día siguiente, la justicia declaró inconstitucional y disolvió el Parlamento elegido por el pueblo, dominado por los Hermanos Musulmanes. Después los militares anunciaron que, ante el vacío generado, asumían las facultades legislativas. Sancionaron una "Constitución interina" con la que preservaron su autonomía en el manejo financiero y operativo de todo lo relacionado con sus significativos intereses económicos. En ese estatuto constitucional "transitorio" también se limitaron los poderes presidenciales en el sentido de que el jefe de la junta militar actuará como ministro de Defensa hasta que se dicte una nueva Constitución. El jefe del Estado tampoco puede declarar la guerra externa, y en caso de disturbios internos sólo puede pedir la intervención militar con la venia del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Una tutela militar en toda regla. Designaron a dedo a una comisión de cien "notables", a los que encargaron la redacción de una nueva Constitución, de espaldas al voto popular.
En Washington y Bruselas hay gran preocupación por estas nuevas enmiendas a la declaración constitucional. El portavoz del Pentágono, George Little, ha urgido a la junta a traspasar el poder a un gobierno civil electo democráticamente, tal como prometió. La Unión Europea, a través del enviado especial para el sur del Mediterráneo -el español Bernardino León- considera que el control de los militares sobre el Parlamento es un paso atrás. León cree que el pacto político es imprescindible para la transición en el país.
Por su parte, el miembro de la Hermandad, Saad Katatni, presidente del disuelto Parlamento, descartó la semana pasada cualquier comparación de Egipto con lo ocurrido en Argelia, cuando el Gobierno apoyado por los militares anuló la victoria en las urnas de los islamistas del FIS iniciándose una guerra civil que dejó más de 150.000 muertos en la década de 1990. Según Katani, el pueblo egipcio está dando una batalla legal a través de las instituciones y una batalla popular en la calle, sin armas.