Una presa en Gibraltar y cultivos en el Sahara: así sería el continente único que uniría Europa y África
- Atlantropa se diseño como proyecto para cubrir las necesidades energéticas de Europa
- De secarse el Mediterráneo el nivel del mar podría descender hasta en 200 metros
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Elena Garagui
Durante más de 150 millones de años los continentes que ahora conocemos separados por grandes masas de agua se encontraban unidos en uno solo, el conocido como Pangea, pero el movimiento de las placas tectónicas provocó el alejamiento entre ellos, proceso que aún continúa.
Asia, América, Oceanía, Europa y África. Cinco continentes, no necesariamente distanciados físicamente, pero sí diferenciados, que podrían haber sido seis de haberse llevado a cabo el proyecto del arquitecto alemán Herman Sörgel, que, secando el Mediterráneo, pretendía unir en uno solo el viejo continente y África: Atlantropa.
Durante años se ha contemplado la inclusión de la Antártida como sexto continente y está socialmente aceptado en buena parte del globo terráqueo (en Europa, Asia, Iberoamérica...). Por otra parte, hay quienes dividen el continente americano en dos (norte y sur) y quienes aceptan Euroasia como uno solo. Pocos son los que valoran positivamente el estudio publicado por la Sociedad Geológica de América donde confirman la existencia de Zelandia, un continente oculto bajo las aguas del Pacífico, y muchos los que desconocen Atlantropa.
Aislar el Mediterráneo del Atlántico
La idea de Sörgel surgió a finales de la década de 1920 y no era sino una respuesta a los problemas que acechaban a la civilización europea del momento. El alemán pretendía construir dos enormes presas, una en Gibraltar y otra entre Sicilia y Túnez, que secaran el Mediterráneo con el objetivo de encontrar recursos energéticos suficientes para el continente. El resumen: crear un nuevo continente juntando Europa y África.
Los 14 km del estrecho de Gibraltar en su parte más ajustada es la distancia mínima en la que se separan el continente europeo del africano, y los 145 km del Canal de Panamá (entre Sicilia y las costas de Túnez) son los que separan el Mediterráneo oriental del occidental. De haberse llevado a cabo el proyecto de Atlantropa, el Mar Mediterráneo habría quedado completamente aislado de Océano Atlántico, con las consiguientes consecuencias geográficas y sociales.
El núcleo del diseño de Sörgel consistía en la construcción de un muro a modo de presa de unos 30 kilómetros de longitud, que cerraría el estrecho de Gibraltar, la entrada del mar Mediterráneo. Este muro se construiría en forma de un dique gigante, con esclusas y una serie de turbinas hidroeléctricas. Según el alemán, esta estructura permitiría reducir el nivel del mar Mediterráneo hasta en 200 metros.
Epicentro agrícola en Palestina
Así, el descenso del nivel del agua resultante no solo transformaría los paisajes costeros, sino que también revelaría vastas áreas de tierra que podrían ser utilizadas para la agricultura, la vivienda y la industria.
Tal es el caso de Palestina, que sería una de las regiones bañadas por el Mediterráneo más afectada, o favorecidas, según se mire, ya que una mayor extensión del territorio de la zona habría impedido el desarrollo posterior del conflicto palestino-israelí. Por otro lado, esto también habría supuesto convertirse en el 'campo' de Atlantropa y se el epicentro agrícola de todo el continente.
Aunque no solo Palestina vería aumentado su territorio. A través de este proyecto, las naciones del sur de Europa, como España, Italia y Grecia, y también del norte de África, como Marruecos y Argelia, se beneficiarían de una gran extensión de tierra cultivable y para fomentar nuevas ciudades. Esto reduciría la dependencia de la importación de alimentos y fomentaría el desarrollo de una agricultura más eficiente, lo que ayudaría a resolver el problema de la inseguridad alimentaria en Europa.
Además de la expansión de nuevas tierras, la energía hidroeléctrica generada por las turbinas sería suficiente para abastecer a toda Europa, incluso en tiempos de escasez de recursos energéticos. De esta forma, Sörgel proyectaba una Europa próspera y autosuficiente en energía, capaz de alcanzar el desarrollo económico y la estabilidad social.
Sin viabilidad técnica
Con todo, el proyecto se quedó en eso, en tan solo un diseño; un sueño que incluso llegó a presentarse en Nueva York, en 1928, y en la Exposición Universal de Barcelona de 1929. A pesar de todo, los problemas generados a consecuencia pesaron más sobre las ventajas y beneficios, y Sörgel se vio obligado a guardar Atlantropa en un cajón, debido a las dificultades y a la poca viabilidad técnica.
Entre otros motivos, la construcción de los colosales diques en aguas de Gibraltar y Sicilia suponía un desafío demasiado grande para la tecnología del momento, y así lo manifestaron los expertos del sector.
De otro lado, y aunque a principios de siglo aún no se considerara como el principal reto social y económico del futuro, el impacto ecológico de Atlantropa podría dañar de manera considerable el entorno y ecosistema de la zona. La transformación radical que planeaba Sörgel podría haber alterado las mareas, el clima, la temperatura, los ecosistemas marinos, la fauna y la vegetación.
Aún así, el proyecto de Atlantropa no fue del todo aceptado en la esfera internacional, y más en el momento álgido del nacimiento de los nacionalismo por toda el territorio europeo, lo que rechazaba aún más la idea de juntar Europa con África.