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Los paraísos también quiebran: las Maldivas caen en una tormenta perfecta que puede provocar el primer impago de un bono islámico

  • El país está sin liquidez y sin dólares para pagar sus vencimientos
  • India le ofrece dinero a cambio de humillarse y dar marcha atrás a su ruptura
Una tormenta se avecina en las Maldivas. Foto: iStock

Víctor Ventura

Una tormenta perfecta arrecia sobre las Maldivas. Cuando se piensa en el archipiélago, la mayoría de la gente se imagina un lugar paradisíaco, con aguas azules, playas infinitas y miles de turistas. La realidad, sin embargo, es mucho más fea de lo que parece: el país lleva una década de crisis política permanente, se ha situado en el medio de una batalla geopolítica entre China y la India por sus esferas de influencia, y está a punto de declarar la suspensión de pagos en un bono islámico, algo que nunca había ocurrido antes. Una tormenta que amenaza con llevarse por delante a uno de los grandes destinos turísticos de sol y playa de Asia.

El gran problema de las Maldivas, un archipiélago de 1.200 pequeñas islas, es que su economía es un monocultivo turístico. Salvo por algunas exportaciones de atún, los 7.000 millones de dólares de PIB anual del país proceden casi exclusivamente de los visitantes extranjeros. Una situación que deja a esta pequeña nación índica a merced de las crisis internacionales. Y estos años ha sufrido dos: el covid, que redujo drásticamente el turismo durante dos años, y una batalla política con su país vecino, la India, desatada por el nuevo gobierno maldivo en un intento de acercarse al gran rival de Nueva Delhi, China.

Sin los ingresos del turismo, las cuentas no cuadran. Y el país ha visto su déficit dispararse por encima del 12%, mientras que su deuda acumulada supera ampliamente el 100% del PIB del país. Dos cifras que serían terroríficas para cualquier país del mundo, pero que son prácticamente una sentencia de muerte para uno pequeño y sin una economía diversa.

El momento decisivo puede llegar este mes de octubre, cuando el Gobierno maldivo debe pagar un bono islámico, conocido en los mercados como 'sukuk'. El Islam prohíbe los intereses, así que los bonos islámicos funcionan garantizando a los inversores que el dinero prestado se usará para construir algo en concreto (en este caso, un hospital), y que ellos recibirán un porcentaje de los beneficios que dé ese algo. En teoría, es imposible que un bono así quiebre, salvo que el emisor no gaste el dinero en lo prometido o que el resultado de la inversión sea un fracaso que no dé ningún beneficio. En este caso, el hospital existe y da beneficios, así que no debería haber ningún problema en repartir la parte correspondiente, 25 millones de dólares, entre los inversores. Pero el Gobierno no tiene liquidez: sus reservas de dólares están bajo mínimos, en 437 millones, y apenas dan para cubrir las importaciones básicas del país durante un mes y medio.

El riesgo de que se produzca la primera suspensión de pagos de un bono 'sukuk' de la historia ha espantado a los inversores. El valor de dicho bono llegó a desplomarse por debajo del 70% de su precio original, y aún ronda el 75% pese a que el Gobierno ha asegurado que hará todo lo posible para evitar declararse en quiebra. Y, aunque salve esta crisis, las señales no son positivas para los próximos meses.

Un rescate... con condiciones

Tras conocerse la situación, un país salió inmediatamente a ofrecer su ayuda: la India, la nación más cercana al archipiélago y su tradicional aliado histórico. El Banco Central de la India anunció que ponía a disposición de las Maldivas una línea de crédito de 400 millones, suficiente para pagar ese bono y otros vencimientos próximos. El problema es que, a cambio, su presidente tendría que comerse sus palabras y dar media vuelta a un giro geopolítico que lleva meses pilotando.

Mohamed Muizzu ganó las elecciones hace un año con una campaña anti India. A principios de este año, varios ministros insultaron directamente al primer ministro indio, Narendra Modi, durante una visita a la nación. El resultado fue una fuerte caída de visitantes indios a las islas: de 56.000 en el primer trimestre de 2023 a 34.000 este año. La India ha dejado de ser el principal emisor de turistas: ahora es China, cuya cifra de visitantes a las Maldivas en el primer trimestre del año se ha multiplicado de 17.000 a 67.000.

Y China ha empezando a mandar dinero al país: el 20% de la deuda de Maldivas la tiene China, multiplicando por 10 a la India. Un cambio decisivo que el segundo mayor país del mundo quiere aprovechar en su batalla política contra la India. Ambos países están luchando desde hace décadas por fijar su disputada frontera en el Himalaya, por la que en 2020 murieron varios soldados chinos en un enfrentamiento contra tropas indias; y la batalla llega a niveles económicos: Modi ha prohibido TikTok y otras aplicaciones chinas en los móviles del país hindú.

Un giro de 180 grados de las Maldivas sería un gran triunfo para Nueva Delhi, pero también una humillación para Muizzu, que lleva también años enzarzado en una batalla política en las islas contra sus rivales electorales. En esta década ha habido intentos de golpe de Estado, vuelcos electorales inesperados, transfuguismo parlamentario y una inestabilidad permanente. El paraíso vive una pesadilla sin visos de mejorar a corto plazo.