Una plaga de chinches invade los trenes y el metro de París: estos son los lugares donde se esconden
- El Ayuntamiento de París exige a la administración Macron que sea un asunto de Estado
- La plaga preocupa por la celebración de los Juegos Olímpicos el próximo verano
- El problema tiene largo recorrido en Francia: cuesta 230 millones de euros por año
elEconomista.es
Uno de los temas de conversación más habituales en París puede resultar extraño a los ojos de los extranjeros, pero está totalmente justificado: las chinches. Y es que la capital francesa, al igual que otras grandes ciudades del país, está sufriendo una plaga de chinches que ha llevado incluso al Ayuntamiento a pedir ayuda al Estado.
Durante las últimas semanas se han reproducido los testimonios, amplificados por las redes sociales, de personas que se han encontrado chinches en todo tipo de lugares públicos como trenes, vagones de metro o cines. Escenas en las que los usuarios de estas instalaciones se han encontrado con estos insectos, pequeños pero detectables a la vista humana, y cuyas picaduras pueden ser imperceptibles si se producen en pleno sueño y dejan marcas en la piel.
En esos vídeos, se perciben a chinches en los asientos de los trenes o las bucatas de los cines. En esos contextos es relativamente sencillo que estos insectos se queden en los tejidos de la ropa de las personas que se sienten en esos asientos, lo que hace muy probable que se las llevan a casa: una forma muy rápida de propagar la plaga en una de las ciudades más densamente pobladas de Francia.
El ambiente ha sido calificado como de "psicosis" por medios como Le Parisien, que ha recogido testimonios de los usuarios de trenes y metro, de las empresas de limpieza de plagas y de vecinos de comunidades con problemas para llegar a una conclusión compartida: la plaga de chinches se ha extendido de forma rápida por la capital.
Aunque París es una ciudad acostumbrada a las plagas (de hecho, es famosa la presencia de ratas en la capital) y la proliferación de chinches no es un terreno inexplorado por sus habitantes (los datos oficiales contabilizan que un 11% de los hogares franceses han tenido chinches de cama), pero la plaga que actualmente tiene lugar allí ha adquirido una nueva dimensión en la que las autoridades locales se han declarado desbordadas.
Parece evidente que la situación ha alcanzado nuevas cotas de gravedad, algo que se ha reflejado en la decisión del vicealcalde de la ciudad, Emmanuel Grégoire, de enviar una carta a la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, para pedirle un "congreso nacional" sobre las plagas y exigirle que sea el Estado el que asuma el coste económico de las desinfecciones, que según datos de EFE puede ser de 250 euros por la desinfección de un apartamento.
A pesar de que el Ayuntamiento de París mantiene relaciones tensas con el Estado al pertenecer a partidos políticos diferentes, el consistorio ha pedido ayuda al Estado y está pendiente de la respuesta institucional, que todavía no ha lanzado una consigna a la carta de Grégoire pero ha organizado una reunión con los operadores de trenes y el Metro de París en la que estará el ministro de Transportes, Clément Beaune.
En el pensamiento de las autoridades y los ciudadanos, la celebración en menos de un año de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, un macroevento en el que no cabe una plaga de chinches sin erradicar. Un problema de salud pública de ese tipo sería letal para un acontecimiento de esas características, que reúne a decenas de miles de participantes y espectadores de todo el mundo que usarán los medios de transporte y establecimientos turísticos y hosteleros aumentando aún más el grueso de la población parisina.
Un problema de 230 millones de euros al año
Con todo, el problema no es solo propio de París, ya que otras ciudades francesas también han visto cómo el número de episodios con chinches ha aumentado las últimas semanas. Es el caso de Marsella, Lyon, Niza, Estrasburgo...
El problema tiene datos a nivel estatal: de acuerdo con la agencia nacional francesa de seguridad sanitaria (ANSES), en el periodo 2017-2022 el coste de este problema para las autoridades francesas de 230 millones de euros de media por año, según la información recogida por la propia ANSES.