Opinión | La deuda sigue siendo un problema
Si hace un par de años nos hubieran dicho que en España la deuda pública a corto plazo tendría intereses negativos, no nos lo hubiéramos creído. Aquellas palabras de Draghi: "El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, eso será suficiente" aplacaron los ánimos de la ruptura del euro o la salida de alguno país.
Aquella palabras trajeron tranquilidad y no olvidemos las "barras de liquidez", los LTRO, que posibilitaron los carry trade, o si prefieren la compra de deuda pública por parte de los bancos con el dinero que el BCE les inyectaba, desbloquearon la refinanciación de las emisiones que vencían y facilitaron nueva financiación ante el aumento del déficit público de algunos países como por ejemplo España. Si a esos dos hechos le añadimos las reformas, algunas parciales e inacabadas, parece que la situación se ha reconducido, pero solo parece.
Lo parece porque en este momento España tiene un récord histórico en volumen de deuda, concretamente es más de un billón de euros la deuda que el Estado tiene contraída a través de los diferentes instrumentos que coloca en los mercados financieros.
La cifra es preocupante pues alcanza ya el 98,4 por ciento del PIB y eso lastra la economía y pesa mucho en la fortaleza de la recuperación. Los estudios a los que más veces nos referimos, aún cuando se haya detectado algún que otro error -el denominado error Excel, así como la exclusión de algunos países del estudio-, son de Reinhart y Rogoff.
Sus estudios ponen de manifiesto que cuando una economía alcanza una ratio, deuda sobre PIB, superior al 90 por ciento, se producía una caída significativa del crecimiento, que los autores situaron en el 1 por ciento.
Los intereses negativos con los que hoy se negocian las letras a tres meses no pueden verse como un aumento de la solvencia, es tan solo una mayor facilidad de refinanciación.
España es menos solvente hoy
España hoy es menos solvente que lo era a la entrada del actual gobierno, por supuesto mucho menor que cuando Zapatero llegó al poder. Las agencias de rating podrán subir su nota, pero no significa que seamos más solventes, puesto que nuestra deuda ha aumentado y de forma considerable.
Estas agencias están valorando tan solo que en la actualidad nuestra facilidad para financiarnos ha mejorado ostensiblemente. En el fondo las agencias saben que la deuda pública nunca se paga sino que su volumen varía en función de las condiciones económicas imperantes, pero al final lo que tenemos es una refinanciación constante de la deuda pública.
Ante unas condiciones más laxas para la financiación, las agencias mejoran sus perspectivas pero no somos más solventes que antes, insisto. Alguien ha pensado qué ocurrirá si en un momento en el futuro estas facilidades desaparecen y vuelven las dificultades, el aumento de la prima de riesgo y el repunte de los intereses será muy acusado y la factura para las arcas públicas en forma de intereses se disparará. Tenemos una bomba durmiente en esa deuda pública que hoy se financia a tipos nominales muy bajos pero que es una incógnita en el futuro.
Es importante pensar en tipos nominales y tipos reales. Cierto es que los tipos nominales son muy bajos, pero no tanto los reales, es decir, los tipos nominales corregidos de inflación. Al ser la inflación negativa ahora mismo nos estamos financiando en todos los plazos en tipos reales positivos.
Condicionantes externos
El Gobierno confía a la recuperación el esfuerzo para pagar estos tipos reales, sin embargo hoy el repunte de la actividad está condicionado por la situación exterior, que como sabemos las crisis geopolíticas han complicado sobremanera.
La balanza exterior se ha venido resintiendo con los países latinoamericanos por la fortaleza del euro, por fin la divisa única ha comenzado una senda leve de devaluación que esperemos nos permita exportar más a esta área, aún cuando estamos viendo que las previsiones de crecimiento de estos países se resiente.
Esperemos que estas posibilidades no se vean ensombrecidas por la situación de nuestros principales clientes que son los europeos, las previsiones alemanas no son halagüeñas, Francia está estancada, e Italia como sabemos en recesión. Las tres principales economías europeas presentan problemas y esto puede llegar a presionar nuestras exportaciones, máxime con el voto ruso a los productos agroalimentarios.
Como sabrán estos problemas se complican con la fortaleza de la demanda interna española, donde con los datos de junio, vemos como crece el déficit exterior, algo que aumenta las necesidades de financiación de nuestra economía. Es otro dato que debería llevar a reflexionar sobre el problema de la deuda pública en España.
Tengamos muchos cuidado con las cifras que ha alcanzado la deuda en cuanto a su volumen y tengamos cuidado con los precios, o rentabilidad si prefieren, con que cotizan. El precio actual responde, no a análisis de solvencia, sino a la mejoría en las posibilidades o condiciones de refinanciación. Es muy posible que en este momento tengamos entre nosotros una nueva burbuja financiera, la de la deuda, que podría reventar en cualquier momento y las consecuencias serían catastróficas.
No lancemos campanas al vuelo, es necesario un mayor control del gasto público para que la deuda no se dispare, algo a lo que parecemos renunciar pues nuestro ejecutivo cifra la ratio deuda sobre PIB para el próximo ejercicio en el entorno del 102 por ciento.