Las intrigas en JP Morgan no impiden que tenga el mejor consejo de la banca
- Dimon es cuestionado y hay quién señala que sufre una 'caza de brujas'
Durante el truculento fin de semana del 13 de septiembre de 2008, cuando Tim Geithner, por aquel entonces presidente de la Reserva Federal de Nueva York, y su predecesor al frente del Tesoro, Henry Paulson, decidieron aplicar una inyección letal sobre Lehman Brothers, Jamie Dimon brillaba con luz propia.
El niño mimado de la banca estadounidense no sólo aportó su granito de arena al absorber Bear Stearns meses antes al irrisorio precio de un dólar por título, sino que sacó pecho ante sus competidores, asfixiados por un tsunami de activos tóxicos. Más de cuatro años después, JP Morgan Chase se erige como el banco con más recomendaciones de compra por parte de los expertos y sus acciones se han revalorizado más de un 22% en el último año.
Pero como ocurrió tiempo atrás con nombres como Richard Fuld, capitán de Lehman, Stan O'Neal, ex- consejero delegado de Merrill Lynch y predecesor del también peculiar John Thain, o el propio Lloyd Blankfein, líder de Goldman, Dimon ha pasado de ser el Capitán América de la industria bancaria a convertirse en el nuevo villano del sector.
Ahora que el banco ha superado los tres primeros meses del año sin registrar ni un solo día de pérdidas en su mesa de inversión, mejorando la marca de Goldman Sachs y sobre todo intentando suturar la sangría de más de 6.000 millones de dólares generadas por el arponazo de la ballena londinense el año pasado, el consejero delegado y presidente del Consejo de Administración de JP Morgan (JPM.NY) es fruto de lo que muchos consideran "una caza de brujas".
Dimon genera sentimientos encontrados entre los veteranos de la industria y la clase política en Washington. Mientras, su afinidad con el presidente Barack Obama llegó a desatar los celos de muchos, hay quien incluyó al CEO en la quiniela para sustituir a Geithner al frente del Tesoro.
La prueba más reciente estuvo en la conferencia telefónica mantenida durante la última presentación de resultados, donde el banco generó en el primer trimestre del año unos beneficios netos de 6.500 millones de dólares. En dicha ocasión volvió a atacar duramente a los reguladores bancarios al afirmar que estos "deberían cantar victoria y dejar de devorar a nuestros jóvenes", su forma de criticar el exceso de requisitos al sector que limitan el crédito al consumidor. A título personal, Dimon cuenta con un escudo de acero y un guardaespaldas personal en un momento clave en que los inversores de JP Morgan están dispuestos a descuartizar al hombre más poderoso de la banca comercial en EEUU. El Oráculo de Omaha, Warren Buffett, ya dejó claro que está "al cien por cien a favor de Jamie". "No puedo pensar en un mejor presidente para JP Morgan", dijo. Cabe recordar que el próximo 21 de mayo, los accionistas del banco votarán la propuesta que podría separar los puestos de consejero delegado y presidente del consejo, ambas a día de hoy ocupadas por Dimon. El multimillonario inversor, que cuenta con acciones del banco a título personal, advirtió que si la decisión obtiene el suficiente apoyo hará más fácil la posibilidad de relevar a Dimon al frente de JP Morgan.
El 5 de mayo, la consultora Institutional Shareholder Services instó a los accionistas del grupo a rechazar a tres candidatos al consejo de dirección del banco. El martes, una firma de asesoría, Glass Lewis & Co, fue más allá e instó el rechazo de la mayoría de los miembros del consejo de administración propuestos.
Empresas de asesoramiento hacían ruido sobre el tablero de hace un año, pero esta vez puede ser diferente. A día de hoy, según el Wall Street Journal, BlackRock, Vanguard y Fidelity Investments, los grandes accionistas de JP Morgan que el año pasado apoyaron a Dimon, se encuentran indecisos antes de la votación, que comenzará el 21 de mayo.
El 'annus horribilis' de Dimon
Dimon no lo pudo definir mejor en su última carta a sus accionistas. La pérdida provocada en la mesa de inversion de Londres por Bruno Michel Iksil ha sido "la situación más estúpida y vergonzosa de la que he sido parte". Desde entonces no sólo el banco ha tenido que lidiar con una pérdida de 6.000 millones. Ocho agencias federales, entre ellas la Comision de Mercados y Valores, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, el Departamento de Justicia o el FBI, tienen bajo el microscopio al banco, bien por el traspiés de Iksil, por su extraña relación con el díscolo Bernard Madoff o su gestión en la refinanciación de hipotecas, entre otras prácticas que han puesto en el disparadero la reputación con la que cuenta su máximo estandarte.