Una mirada a los líderes auténticamente inspiradores revela sin ningún lugar a dudas que no solo tienen la capacidad de imaginar proyectos que transportan sentido a la vida de otras personas, sino que lo hacen desde una mirada particular sobre el mundo. Ese ángulo peculiar que lleva a descubrir nuevas realidades y a desvelar itinerarios desconocidos es una de las grandes claves del liderazgo inspirador.
Ningún ser humano vive en el mundo, sino que toda nuestra realidad está inundada de ese extraordinario fenómeno que llamamos subjetividad. Y la inspiración nace precisamente de la subjetividad. La inevitable fascinación que sentimos por los líderes de sentido, esas personas que no solo rebosan significado, sino que nos revelan ángulos que no sospechábamos, hace que nos cautiven sus mensajes y queramos unirnos a sus causas.
Por eso, lo que hace a un líder verdaderamente inspirador no es solo su capacidad de desplegar una constelación de sentido que conecta con el de otra persona, sino una mirada sobre el mundo que muestra las cosas de una manera nueva y original.
Los grandes líderes siempre son, en el mejor sentido de la expresión, ellos mismos. Son peculiares, diferentes, tienen sueños que antes no había soñado nadie, y a menudo se dotan de un vocabulario propio para describir el mundo que les rodea. Ven las cosas bajo su prisma, y es precisamente ese prisma el que enciende almas y contagia entusiasmos.
Es poco frecuente encontrar personas con la capacidad de cuestionar el entorno de significados en el que viven y alzarse con una verdad diferente. Tanto menos cuanto más diferente sea esa verdad. A veces han sido necesarias décadas para reconocer el extraordinario valor de determinados destellos de inspiración que, aunque a ojos de algunos aparecían como débiles o errados al comienzo, han acabado conmoviendo los cimientos del orden establecido y propulsando movimientos de extraordinaria magnitud. Esos destellos siempre han sido germinados por líderes de sentido: líderes genuinamente inspiradores.