Estamos acostumbrados a ver la realidad en polaridades, una de las cuales está definida por lo moderno en un extremo y lo clásico en el otro. Así, la marca personal pertenece a la constelación de significados actuales e innovadores, mientras que la inspiración tiende a relacionarse con la antigüedad y con lo ancestral. Sin embargo, como en la mayoría de conexiones cruzadas interesantes, hay un arco temporal y conceptual que insospechadamente enlaza ambos términos.
La inspiración es un fenómeno repentino y fugaz. De súbito y sin previo aviso una serie de ideas se nos aparecen como algo nuevo, como la solución a un problema o como algo extraordinariamente motivador. Sin embargo, uno de los aspectos que rara vez se menciona en este extraordinario suceso es que es profundamente subjetivo. Es decir, es algo que está relacionado con nosotros mismos, con la forma en la que vemos la vida y con el sentido último que buscamos en ella. No todo inspira por igual a todo el mundo.
La marca personal, por otro lado, es la manera que tenemos de presentarnos, sobre todo en el mundo profesional. Y obviamente nace de lo que somos, de lo que sabemos hacer o de lo que esperamos aportar al mercado.
El asunto clave está en que, mientras algunas personas ven una relación evidente entre aquello que les inspira y lo que quieren decir al mundo a través de su marca personal, otras tienden a definir la suya dependiendo más bien de lo que el mercado parece priorizar o demandar.
Y aquí viene la cuestión del atrevimiento: atreverse, en este caso, tiene que ver con escuchar los dictados de la inspiración, porque nacen de nuestra subjetividad, que no es otra cosa que lo que en el fondo somos, dentro de lo cual está también lo que somos profesionalmente.
Atreverse significa entonces coleccionar inspiraciones para dar forma a nuestra marca personal, porque solo así será verdaderamente personal. Y solo así será una marca: algo nítidamente diferenciable del resto de propuestas de valor que habitan el mercado. Ese ancestral ser uno mismo que tantas veces repetimos, pero al que no siempre somos fieles quiere decir, también, escuchar nuestros momentos de inspiración para dar forma a la manera en que nos presentamos en la arena profesional.