¿Por qué no somos más creativos?

Publicado por en Cambio personal, Ciencia y Management, Competencias, Creatividad - Innovación, Neurociencia, Ultraconciencia.

Una pregunta que a menudo gravita en las sesiones de ideación es por qué no somos más creativos. Es como si la necesidad de seguir la estrategia de la organización chocara con la necesidad que tiene de generar ideas. Evidentemente una de las respuestas a esta pregunta es que a muy pocos profesionales en su etapa de formación inicial, e incluso en las que vinieron después, les han entrenado para ser creativos. Sin embargo, hay otra explicación que tiene que ver no tanto con el mundo de las organizaciones, sino más bien con la manera en que los seres humanos estamos hechos.

Es altamente probable que la primera y más importante función del cerebro sea la predicción del futuro. En esto el ser humano se diferencia de manera significativa de los animales. Incluso los grandes simios no son capaces de anticiparse a lo que va a ocurrir más allá de unos minutos. Pero las personas pueden imaginar el mañana, y en el mañana de mañana, a veces con gran precisión. Lógicamente, para que esa predicción tenga éxito, es fundamental la observación del entorno y la creación de patrones sobre lo que ocurre. Observando cuándo algo se sale del patrón, los primeros homínidos empezaron a predecir el futuro: si aparecían nubes en un cielo despejado, era probable que lloviera. De la misma manera, el humo sobre las copas de los árboles informaba del fuego y de un posible incendio del que habría que escapar.

Y así es que buena parte de nuestra conducta está basada en la contrastación entre lo que ocurre y lo que debería ocurrir, según nuestros patrones. El gran problema es que ese sistema es muy útil para la predicción y la supervivencia, pero poco apto para la creatividad: si todo el tiempo estamos estimando en lo que con toda probabilidad va a ocurrir, es por definición imposible que simultáneamente estemos pensando en lo que no va a ocurrir. En lo inesperado, en lo que se sale del guion. Si un lapicero rueda hasta el final de la mesa anticipamos que se caerá, y si un pájaro extiende sus alas vaticinamos que echará a volar. Sería muy desconcertante para nuestro cerebro que el pájaro se estrellase contra el suelo, como si fuera una figura de madera, o que el lapicero echase a volar. El asunto está en que la gente que piensa que los lápices vuelan es precisamente la gente creativa.

De igual manera, posiblemente por una cuestión de ahorro de energía, una vez que el cerebro descubre una manera de hacer algo, por ejemplo preparar el desayuno o la ruta más cómoda desde casa al trabajo, no busca alternativas. Si cada vez que preparamos un café tuviéramos que hacerlo de manera diferente, o si tuviéramos que escoger una forma distinta de ir a trabajar, estaríamos agotados todo el día. La cuestión, de nuevo, es que las personas creativas son precisamente las que están constantemente pensando nuevas formas de hacer las cosas.

Estas y otras muchas características de las personas nos dicen que no estamos construidos para la creatividad, posiblemente porque en la prehistoria era más necesario comer o luchar que ingeniar. Y pese a que el mundo ha cambiado mucho, nuestro cerebro es esencialmente el mismo. En otras palabras, no somos más creativos porque nuestro cerebro está desactualizado. Afortunadamente, los recientes descubrimientos sobre neuroplasticidad nos dicen que todo puede cambiar siempre que el entorno siga necesitando de nosotros la capacidad de crear cosas nuevas, cosa que muy probablemente ocurrirá.

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