Las palabras no son simplemente vehículos para comunicarnos, ni únicamente maneras de nombrar objetos, situaciones o personas. Las palabras son las fibras con las que está tejido el mundo en el que vivimos, ese que nos hemos fabricado nosotros mismos. Están conectadas a nuestros recuerdos y a nuestras emociones, y pronunciar o escuchar unas u otras no es ni mucho menos trivial. Es por eso que somos la única criatura del universo que puede emocionarse, asustarse o rebelarse leyendo mensajes escritos. Y es por eso que el uso correcto de las palabras es una de las claves del liderazgo ultraconsciente.
Uno de los experimentos más impactantes (aunque también más controvertidos), que posiblemente jamás se haya realizado sobre la importancia de las palabras en la vida de las personas, se llevó a cabo en Facebook con casi 700.000 usuarios. Los investigadores observaron que cuando se reducían los posts positivos en el muro de los usuarios, el porcentaje de palabras positivas que escribían disminuía, mientras que el de las negativas aumentaba. Y el efecto también funcionaba al revés: cuando las actualizaciones negativas se hacían menos frecuentes, el porcentaje de palabras negativas era menor, mientras que el porcentaje de las positivas aumentaba.
De igual manera, no es ni mucho menos trivial la forma en la que metafóricamente los líderes describen a sus empresas o equipos de trabajo. Así pues, no es lo mismo hablar de un barco que de un ejército, como tampoco lo es hablar de una familia que de una máquina llena de engranajes. Los barcos tienen un rumbo, los ejércitos aplastan a sus oponentes, las familias quieren a sus miembros hagan lo que hagan, y las máquinas llenas de engranajes rara vez fallan.
Las palabras tienen un importante efecto sobre las personas: modelan su pensamiento y su comportamiento. Por eso los grandes líderes siempre han sido autores de grandes discursos que han unido, motivado e impulsado a cientos de miles de personas incluso a través de diferentes generaciones. La ultraconciencia en el liderazgo implica que quien lidera presta atención a las palabras que usa y toma una decisión sobre ellas, escogiendo las que mejor describen la realidad, las que mejor motivan a los miembros de su equipo, y las que hacen posible tanto crear valor como materializar la visión de su organización.