Si recordáramos cuántos tropiezos nos costó aprender a andar ahora no nos lamentaríamos tanto cada vez que las cosas nos van mal. Uno de los problemas del ser humano es sin duda su falta de memoria, sobre todo de las cosas que le ocurrieron cuando aún no tenía dientes: andar y hablar correctamente nos costó años, y a cada caída no andábamos pensando cosas del tipo “soy un desastre, no voy a salir de esta nunca, o así no hay quien pueda”. Simplemente nos levantábamos y volvíamos a probar. Y así cientos, miles de veces.
Seligman nos está ayudando a conocer una nueva dimensión del optimismo, basada en la forma en que las personas tienden a evaluar los acontecimientos negativos que les ocurren. Ante un tropiezo hay personas que piensan que es por su culpa y que el motivo por el cual han tropezado es una característica estable en ellas. Y por eso se desaniman y no vuelven a intentarlo. Es obvio: nadie que piense así lo haría. Pero los tropiezos a menudo no son responsabilidad nuestra, y la mayoría de las veces no se deben a cosas estables.
Lo que nos ocurre es que pensar de otra manera nos resulta difícil, claro. Entre otras cosas porque llevamos en la sangre una rara cultura de la culpa. Si cuando estábamos aprendiendo a andar hubiéramos pensado que cada tropiezo denotaba un obstáculo insalvable hoy no caminaríamos, sino que gatearíamos o reptaríamos. Pero entonces solo veríamos el suelo. Y el hombre no está hecho para mirar al suelo sino para mirar a lo lejos, al horizonte, hacia el infinito.
Caerse no es malo, lo que es malo es no levantarse.
La finalidad de una empresa , y mas en una multinacional es el lucro. Si se despide a trabajadores actuales por otros trabajadores que cobran la mitad, mas lucro. Optimización de la finalidad de la empresa. Ejemplo el despido barato de personas cincuentonas con cargas familiares de personas y sustituirlas por trabajadores en prácticas. Otro ejemplo la deslocalización que lleva a unas empresas a la cúspide de los beneficios en el mundo y al paro indefinido a cantidad de familias . En ambos ejemplos se contraviene el mañido interés general del propio país pero el gobierno, que debe de velar por el interés general lo permite. Hay una disyuntiva: ¿que priorizar el interés general o el lucro particular de la empresa? Si para una empresa las personas son o no importantes habría que fijarse en la conciliación, nivel de precariedad, y salarios de los trabajadores en relación a los beneficios de la empresa y los salarios de los directivos. Quizá podría establecerse una certificado de excelencia con las personas en función del cumplimiento de una seria de condiciones. La importancia de las personas no es una entelequia necesariamente debe de trasladarse a unos parámetros medibles, y quien sabe si la fiscalidad podría, debiera discriminar ambos casos, promover la justicia y dignidad social.