Nuestro campo consciente, que a diario cruzan miles de pensamientos, es responsable de muchas de nuestras acciones y también de nuestros estados emocionales. Dependiendo de lo que atraviese nuestra conciencia así sentimos, y así nos comportamos. A menudo resulta sorprendente cómo funciona esta relación entre la conciencia y todo lo demás. Como por ejemplo se mostró en un estudio en el que se pretendía averiguar si existía una relación entre la experiencia de la calidez física y la calidez interpersonal.
En el estudio, los participantes que sostuvieron brevemente una taza de café caliente tendieron a pensar que una persona con la que se entrevistaron tenía una personalidad cálida, al contrario que aquellos que sostuvieron una bebida fría. Lo sorprendente del caso es que, si bien es cierto que, físicamente, los participantes experimentaron calor o frío, es muy probable que esto apenas entrara en su campo de conciencia, y mucho menos que notaran que esa aparentemente leve introducción estaba afectando su juicio de un modo tan relevante.
A menudo desconocemos hasta qué punto ser conscientes de algo modifica nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y desde luego nuestra conducta.
El contenido de nuestra conciencia es crucial en nuestra vida.