Si saber dónde estamos es difícil, mucho más lo es saber hacia dónde nos dirigimos. Las empresas se relacionan con el mercado a través de su estrategia empresarial, y las personas deberían relacionarse con las empresas, y también con el mercado en general a través de una estrategia individual.
Hoy se habla mucho de marca personal, pero lo cierto es que es un nombre que se queda pequeño. Quién es uno y quién quiere ser son grandes preguntas para el ser humano. Entre otras cosas porque la profesión, como no podría ser de otra manera, está conectada con la identidad, y desde luego con la forma en que cada ser humano percibe el sentido de la vida.
Nuestra profesión nos llena cuando encaja con nosotros, cuando se adapta a lo que somos como un guante a una mano. Hace ya muchísimos años que Maslow nos dijo que la autorrealización era el factor de motivación más importante para el ser humano, y cada vez está más claro. Pink nos ha recordado recientemente que además de las motivaciones biológicas y las que controlan las recompensas externas hay un tercer impulso que es el que realmente nos motiva: lo que intrínsecamente nos hace vibrar, lo que conecta con lo que de verdad somos, lo que nos realiza de verdad, lo que nos gusta tanto que no nos cuesta ponernos a ello.
Una marca personal no es el origen de nada sino que, al contrario, cuando un profesional ha encontrado el sentido de la vida en las cosas que hace, y cuando con lo que hace aporta a los demás tanto como a sí mismo, ha descubierto algo que tiene un valor incalculable. E inevitablemente, cada cosa que haga tendrá un tono particular, un carácter especial: esa su marca personal. La marca personal nace de dentro, no es una etiqueta pegada sobre una botella.
Descubrir lo que mejor sabemos hacer: no hay nada más importante.