Una de las claves del liderazgo es la identificación del bien común, del rumbo con el que todos se sienten identificados. Sea cual sea el motivo por el que las personas se han unido a él, siempre es necesario recomponerlo y ajustarlo sobre la base de los rumbos individuales que cada miembro del equipo sigue en la vida. Si las personas no sienten que hay algo para ellos en el proyecto común es muy difícil que se entreguen de verdad. Por eso la empatía es importante.
Hoy que tanto se habla de evaluación del desempeño, de saber escuchar, del liderazgo desarrollador y de todos esos conceptos tan importantes, a menudo se olvida que todo ello no puede funcionar sin empatía, una habilidad humana tan conocida como poco explotada en el terreno del liderazgo. En el modelo del liderazgo resonante la empatía activa es una clave irrenunciable. Tenemos que aprender a vivir la vida del equipo como la vive cada uno de sus miembros, para poder averiguar cómo perciben lo que queremos conseguir. La identificación con una clave común no se logra en la mayoría de los casos simplemente informando, ni solamente comunicando aunque sea eficazmente, ni únicamente persuadiendo. Hay que saber lo que cada uno puede aportar y, más importante, lo que cada uno quiere aportar, para saber cómo encaja en el rumbo común. Si no es así, las personas pueden sentirse informadas pero no implicadas, o escuchadas pero no entusiasmadas.
Empatía es saber cómo ve la realidad el otro. Empatía activa significa actuar en consecuencia.