Dicen que entramos en las empresas buscando buenos salarios y salimos de ellas a causa de los malos jefes. Bien mirado, el liderazgo debería ser una cuestión sencilla, dado que todo el mundo sabe distinguir un buen jefe de uno malo; hasta los monos. Sin embargo, el asunto no debe ser tan fácil, porque si lo fuera los malos jefes no existirían. El liderazgo resonante es uno de los enfoques recientes sobre este tema, y clasifica a los líderes en resonantes y disonantes.
Los líderes resonantes son aquellos que logran instaurar en el equipo un tono emocional positivo, sincronía interpersonal y calma. Los líderes disonantes hacen todo lo contrario, es decir, contagian al equipo un tono emocional negativo, dificultades interpersonales y ansiedad. Cuando las personas se sienten bien, no sufren de estrés innecesario y están conectadas con otras personas, entonces producen de manera natural. Y eso, producir de forma natural, de forma que no cueste aparente esfuerzo, es lo que llamamos inspiración. Así que también podríamos decir que los líderes resonantes son inspiradores.
No debemos suponer que eso se consigue fácilmente, porque cualquiera puede recordar que en su historia ha conocido a muchos malos jefes. Personas que debido a su ambición, egoísmo, limitaciones o falta de preparación han creado discordia y ansiedad en sus equipos haciéndolo todo más difícil. Hoy, más que nunca necesitamos buenos jefes, líderes resonantes que nos inspiren y que impulsen un movimiento constante hacia delante.
A veces los líderes inspiradores son mejores que los buenos salarios.