El lenguaje, las actitudes, los procedimientos, la forma de percibir la organización y, en general, todo lo que afecta a la dinámica de un equipo, son elementos que se propagan de un miembro a otro. Por eso en ocasiones el clima del grupo no es consecuencia en sí de agentes externos, sino de lo que surge y germina dentro de él.
Según nos dice la ciencia, da la impresión de que estamos hechos para imitar las conductas de los demás. Con independencia de si esto, como se ha sugerido, está relacionado con las neuronas espejo, lo cierto es que este hecho explica muchas de nuestras conductas cotidianas. Por ejemplo la aparición de expresiones comunes en nuestro lenguaje, el rápido auge en el consumo de algunos productos, o la propagación de la moda. El hecho de que los grupos sociales sean afines entre sí podría explicarse también por este fenómeno, si aceptamos que quizá esos grupos no eran similares en origen y que desarrollaron su similitud por contagio.
Pero lo que tiene más interés desde el punto de vista de la gestión es conocer el tipo de elementos que se pueden llegar a propagar a través de las conexiones humanas. Así por ejemplo, en un estudio se observó que si a un estudiante que llega a una residencia universitaria le asignan un compañero que sufre una ligera depresión, el recién llegado tarda menos de tres meses en deprimirse. Por otro lado, se sabe también que mientras que en general el matrimonio suma varios años a la esperanza de vida de una persona, una unión conflictiva puede acelerar el normal deterioro de la salud que se produce con el envejecimiento.
La conducta es contagiosa.