Los seres humanos poseemos siete fuentes de energía para ganar el pulso a la vida y hacer realidad nuestros proyectos y sueños. Tres de ellas son físicas: el descanso, la nutrición y la actividad deportiva. Disponemos también de energía mental, energía emocional, y energía espiritual.
Y, por último, existe la energía que nos proporciona aquello que queremos ser, la que nos proporciona nuestro rumbo vital. Dice la investigación que hay tres claves que explican la felicidad humana: el sentido, la esperanza y el propósito. Mientras que el sentido es el esfuerzo que día a día hacemos para reconstruir nuestra experiencia de forma que encaje en nuestra biografía, la esperanza y el propósito nos mueven hacia adelante, hacia lo que pretendemos hacer y hacia lo que queremos ser. Por eso constituyen fuentes valiosas de energía.
La investigación nos muestra también que la reacción de la mente humana es diferente ante preguntas del tipo “por qué” que ante preguntas del tipo “cómo”. Las preguntas “por qué” movilizan el pensamiento hacia niveles elevados y hacia el futuro, mientras que las preguntas “cómo” lo llevan hacia niveles bajos y hacia el presente. Cuando nos planteamos por qué hacemos las cosas indagamos en lo que para nosotros es realmente esencial, en el fin último que nos mueve y en el significado final que para nosotros tiene la existencia. No hay mejor fuente de energía para nuestros proyectos que relacionarlos con el sentido que para nosotros tiene estar en esta vida.
Muchas veces nos vemos superados por los problemas, agotados y carentes de energía, sumidos en trances de los que no sabemos cómo salir. En esos momentos es bueno preguntarse por los motivos que nos llevaron hasta ese punto, qué era lo que queríamos lograr, y cuál es el fin último de haber emprendido ese camino. A veces, la sola consideración de los motivos que nos impulsaron a emprender un determinado rumbo es suficiente para darnos fuerzas y continuarlo, por difícil o duro que sea.
Hay energía en los porqués.