Hay veces que no estamos a lo que estamos. Porque, digan lo que digan, el ser humano no tiene la capacidad de realizar dos tareas al mismo tiempo, sea cual sea su género. Y casi siempre que lo intenta, una de las dos, o las dos, tienden a salir mal. Fundamentalmente porque se fuerza a la conciencia a reenfocarse continuamente cada vez que va y viene de lo que estamos haciendo.
Quizá por ello hay cada vez más noticias y alertas sobre el impacto negativo de las distracciones en la productividad, y sobre la necesidad de concentrarnos eficientemente en nuestras tareas.
Tal vez también debido a ello cada día hay más libros de mindfulness: porque prestar atención plena al momento presente dista mucho de ser una tarea sencilla, sobre todo últimamente, que tenemos tantas distracciones a mano. El mindfulness, entre otras cosas, es fundamentalmente una técnica en la que lo esencial es la práctica de volver a centrar una y otra vez la atención cuando se ha perdido, y así desarrollar la capacidad de focalización.
Obvio pero no sencillo: a mayor atención más productividad.
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