Los hábitos son imprescindibles aliados en el cambio personal porque automatizan las tareas que necesitamos para lograr nuestros objetivos. Pero, quizá más importante, son puntos de contacto con la realidad que definen el escenario en el que vivimos nuestra vida. Es decir, la realidad nos llega a través de lo que hacemos habitualmente. Si una persona sale a dar un paseo por el campo todos los fines de semana, con esa misma frecuencia percibirá los olores de las plantas, los ruidos de los animales y el color de la tierra. Esos estímulos formarán parte de el mundo en el que vive. De la misma manera, los estímulos que existen en las oficinas, gimnasios, bares, o calles serán parte de el mundo en el que viven las personas que los frecuentan habitualmente. El mundo en que vivimos está definido por lo que hacemos a diario.
Por eso uno de los motivos para instalar nuevos hábitos en nuestra vida es que nos ayudan a leer la realidad de forma diferente. Y la ventaja añadida es que eso nos puede aportar otras perspectivas que descubran nuevos rumbos y nuevos cambios.
Quien frecuenta la luz vive en la luz, y quien frecuenta la oscuridad vive en la oscuridad.