Uno de los estudios más originales sobre la procrastinación mostró que cuando se deja a los estudiantes libertad para fijar las fechas de entrega de sus trabajos su rendimiento es inferior que cuando es el profesor el que lo hace. En el experimento los estudiantes podían decidir entregar los tres trabajos al final del semestre o en cualquier otro momento. Simultáneamente, en otro grupo el profesor fijaba tres fechas fijas de entrega espaciadas suficientemente en el tiempo. Lo curioso del caso es que en el grupo en el que los estudiantes podían elegir, dos tercios decidieron entregar los trabajos antes de final de curso, muestra clara de su intención de auto-planificarse. Intención que, a la vista de los resultados, no llegó a materializarse en un rendimiento suficiente.
Y así es que en ocasiones no cumplimos las cosas que nosotros mismos nos proponemos, porque existe esa impertinente tendencia que a veces parece imposible de manejar. Sabemos lo que tenemos que hacer, sabemos cuándo tenemos que hacerlo, y sabemos cómo hacerlo, pero a veces ni aun así nos ponemos a ello. Un gran obstáculo para el cambio personal.
Por eso hay que atacar la procrastinación con toda la artillería disponible.