En la mayoría de los casos es fácil determinar qué conductas hay que llevar a cabo para lograr determinados objetivos. Sin embargo, con frecuencia lo que impide que las personas logremos un cambio personal es simplemente la medida en que creemos que somos o no capaces de llevar a cabo esas conductas. De nuevo, el poder de la mente.
En una investigación se demostró que existe una correlación significativa entre la expectativa de éxito sobre una tarea y el éxito real en la misma. Para ello utilizaron una boa constrictor y un grupo de personas con fobia a las serpientes.
Lo que el estudio demostró es que en la situación normal, como los participantes se veían poco capaces de interactuar con la serpiente, realmente no lo lograban. Pero cuando los investigadores aumentaban la expectativa de éxito de los participantes ayudándoles a interactuar con la boa, y por tanto demostrando que realmente podían hacerlo, en las siguientes ocasiones en las que ya se encontraban solos eran mucho más capaces de superar sus limitaciones.
Evidentemente nadie está diciendo que por el solo hecho de creer que uno es capaz de hacer algo pueda lograrlo, pero lo que está claro es que si ajustamos nuestras expectativas al rendimiento real que somos capaces de obtener, en lugar de subestimarnos, conseguiremos muchas más cosas de las que pensamos.
Creer es poder, sin duda.