Nos hemos pasado siglos cuestionándonos si en realidad el ser humano es capaz de ver el futuro, y ahora resulta que es casi seguro que sí, porque es muy posible que la predicción de los acontecimientos sea una de las funciones esenciales de la mente humana. De todas las mentes humanas. Aunque claro, la cosa no es tan glamurosa como aparece en las películas, y lo que de hecho parece ocurrir es que el cerebro contrasta constantemente los patrones que almacena con la realidad, alertándonos cuando algo no encaja. De esta manera, esperamos que tras un relámpago haya un trueno y que un huevo se rompa al caer al suelo. Esa es la auténtica manera en la que predecimos el futuro, anticipándonos unos segundos o minutos a los acontecimientos.
La cuestión es que esas predicciones se asientan obviamente sobre el registro de lo ya sucedido y son automáticas. Por eso la gran pregunta es si realmente podemos deliberadamente predecir lo que va a ocurrir tomando como punto de partida lo que estamos haciendo para que ocurra. Porque la gracia no está en vaticinar que algo pase, sino precisamente en que las cosas salgan como deseamos. Y lo que tenemos que preguntarnos es en qué medida estamos contribuyendo a que el futuro sea lo que esperamos de él.
Lo realmente asombroso no es ver el futuro, sino hacer que ocurra.