Acelgas y comunicación

Publicado por en Liderazgo.

Cuando escuchamos, cuando miramos o cuando hablamos, cuando sentimos, lo hacemos desde nosotros mismos, desde nuestro mundo, desde nuestra película que, claro, no coincide con la de los demás. Además, y como es lógico, nadie quiere ser el malo de su propia película. No es en absoluto improbable que siete personas que acuden a la misma reunión salgan de ella con siete conclusiones diferentes. O que dos personas que viven un conflicto cierren una discusión con el convencimiento de que la razón les asiste. Schwanitz dijo que en el peor momento de un conflicto, cuando solemos pensar que somos radicalmente opuestos a nuestros enemigos, es cuando más nos parecemos a ellos. Y eso es así porque cada uno vive su propia película.

Cómo cada uno construye su realidad es un fenómeno que dista mucho de ser sencillo, porque el ser humano es una criatura compleja. Palabras como sangre o sexo no tienen el mismo significado para dos personas diferentes, porque una cosa es el significado lógico y otra el significado psicológico. Alguien que ha pasado meses a dieta habrá acabado generando una reacción negativa contra una inocente palabra como acelga. Y sin embargo, para el empresario que vive de ellas la misma palabra tomará una tonalidad afectiva completamente diferente, porque es la base de su sustento y por tanto de su vida. De nuevo, las películas difieren y, desde ese punto de vista, es casi un milagro que nos entendamos.

Cuando hablamos tendríamos que ser más conscientes de que lo hacemos desde nuestra propia película, y de que al hacerlo escogemos una serie de palabras que para nosotros tienen un determinado significado, pero que puede que para otras personas signifiquen otras cosas.

Por eso es tan importante en las organizaciones cuidar los mensajes que se dirigen a los equipos. Las cosas no se pueden decir ni en cualquier momento ni de cualquier manera porque puede ocurrir, y de hecho demasiadas veces ocurre, que la visión que transmite la dirección no es entendida, y por tanto tampoco es compartida, por el resto de la organización: la película tiene que ser la misma para todos, porque si cada uno desarrolla su argumento individualmente el guión será indescifrable.

Y a nadie le gusta una mala película.

 

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