Pese a que hay abundante investigación al respecto nadie sabe por qué unas personas consiguen lo que se proponen y otras no. Posiblemente la causa del éxito no sea única y en su formulación haya mezclados factores diferentes, como tener objetivos claros, ser constante, encajar bien los fracasos y, claro, tener la suerte a favor. Es también muy probable que lo que funciona para una persona no funcione para otra, porque los objetivos que cada uno persigue son distintos y porque cada persona es también diferente.
Pocas historias han hecho tan flaco favor al emprendimiento humano como la del genio de la lámpara, porque materializa la tendencia que muchas personas tienen a pensar que las soluciones vienen de fuera.
Hace ya tiempo que Bandura demostró que existe una importante correlación entre la expectativa de logro de un objetivo y la consecución real del mismo. Por tanto creer que las cosas son posibles es determinante. Tanto que, en el otro extremo, el fenómeno conocido como profecía autocumplida hace que en ocasiones acabemos provocando precisamente lo que más tememos.
Hay quien ha escalado montañas, descubierto vacunas, escrito libros y creado ingenios antes imposibles de imaginar. Pensar que hay personas que con una genética similar a la nuestra han logrado lo que nosotros sólo nos hemos atrevido a soñar debería motivarnos lo suficiente como para acometer cualquier desafío.
Pero hay que saber que no hay genios embotellados: el éxito nace en el interior de cada uno.